lunes, 28 de febrero de 2011


"gracias cacique Guacana, gracias sacerdotisas y gracias pueblo Natagaima. No olvidaré esta fiesta y le pediré a los dioses que los protejan en todo, que les aumente sus riquezas. Ahora seguiremos nuestro viaje pero antes deben decirnos donde encontraremos al Sombrerón, que también buscamos para que esté en la reunión que se hará en el Líbano en el eclipse próximo". "El sombrerón, divina hija de los dioses, está en Ortega, y si se van con los últimos rayos de la luna, lo encontrarán en el cerro de los Avechucos. Vayan, vayan para que lo encuentren esta misma noche" les dijo el cacique Guacana animado por el favor que Millaray le había pedido.
En ese momento Rayo de Luna llegó cantando parándose en las costillas del cóndor. Su canto enmudeció a la tribu que quedó paralizada, como estatuas vivientes. entonces Cajamarca, Millaray, el cacique Tibaima y el brujo se agarraron del ala que el buitre ya había bajado, llegando a sus espaldas sin problemas. Entonces el cóndor entendiendo que debía irse, saltó a la orilla del rio volando por encima del pueblo y alzándose en un vuelo poderoso sobre el agua, yéndose en dirección a Ortega donde posiblemente encontrarían al Sombrerón.
No fue largo el viaje. La luna los alumbraba friamente. El cóndor se deslizaba raudo entre el aire quieto, perezoso, y los viajeros hablaban. "Los Coyaimas creen que nosotros somos hijos de los dioses" dijo Millaray acomodando al Tunjo en la ruana. El bebé bostezaba. "Claro, piensan eso porque llegamos en el cóndor. Como nunca han visto un ave tan grande, se confunden y nos adoran pensando que venimos de la luna o de las estrellas. Pero eso está bien porque así no tenemos problemas en ninguna parte" dijo Cajamarca metiéndose entre las plumas del pájaro.
"Y nosotros los acompañaremos hasta Ortega para que logren los rayos de la luna en ésta noche" dijo el cacique Tibaima, pensando que se les había alargado el viaje. "No está mal porque viajar en un cóndor no se hace todos los dias" añadió mirando a lo lejos el cerro de los Avechucos que se mostraba fantástico en la penumbra.
"El Sombrerón, al que ustedes van a buscar ahora, es una criatura peligrosa" dijo depronto el brujo encendiendo un tabaco mágico para mirarle el humo a ver que le decía. "Se roba a las mujeres de las tribus, llevándoselas al cerro con falsas promesas. Eso lo hace cuando los indios están borrachos. Se lleva a sus mujeres, y a cambio les deja mulas cargadas con bultos de oro. Dicen que tiene alrededor de docientas jóvenes indígenas, que viven en el cerro a donde vamos, y que no pueden quitárselas porque hace pactos con Satanás, que lo protege, y porque dos perros negros que trajo del infierno, lo acompañan y lo defienden de cualquier ataque.

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