viernes, 11 de marzo de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 162 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Así se fueron en dirección al pueblo de los Coyaimas para llevar al cacique Tibaima y al brujo. Tenían muchas ganas de descansar.
Ese viaje lo hizo el cóndor en poco tiempo. El ardor tan quemante lo ponía febril y atormentado, dándole potencia inesperada usada en un vuelo veloz que ni Millaray ni Cajamarca le habían conocido nunca.
De pronto escucharon a lo lejos muchas voces como trompetas "Llegaron, por fin llegaron" gritaban los indios Coyaimas que se habían levantado y que hacían el desayuno preparándose para el trabajo del dia. Miraban al buitre bajando lento, desplegando las alas como paracaidas, hasta tocar el suelo suavemente. Los viajeros se descolgaron inmediatamente por un ala, rodeados por la tribu que ya se había levantado toda, oyendo los gritos de las mujeres y los ruidos de los hombres madrugadores.
"Tenemos que descansar un rato mientras encargamos al curandero y a algunos indios que le hagan tratamientos al cóndor" dijo Tibaima caminando entre el pueblo, seguido por el brujo, por Millaray y Cajamarca que se sentían cansados y soñolientos. Tenían hambre también. Entraron a la maloca, donde destaparon una paila de madera llena de pescados asados, yuca cocinada, carne de vaca y carne de animales del monte, mazorcas de maíz y frutas. "Comamos, yo creo que todos tenemos hambre" dijo, mientras las manos se extendían afanadas cogiendo la comida. "Gran brujo, ahora llame al curandero para que le haga remedios al pájaro de las estrellas". "Como ordene, gran cacique" respondió, saliendo y gritando "Curandero, curandero venga un momento". Y al instante un indio joven, musculoso, desnudo y pintado fuertemente con varios colores, se vino corriendo desde una choza alejada, llegando a donde estaba el brujo. "Nuestro gran cacique Tibaima ordena que le haga curaciones al pájaro de las estrellas, porque le han quemado las plumas y también la carne" dijo el brujo sin dejar de masticar un pedazo de carne que acompañaba con yuca y ají. "Como diga, gran brujo" respondió el indio que salió corriendo a buscar los remedios para el buitre.
La tribu estaba afanada viendo al enorme pájaro tan chamuscado "Que le pasaría" comentaban rodeándolo. "De pronto hubo algún incendio en el bosque y tuvieron que pasar por ahí" decían. "Se le quemaron muchas plumas pero el curandero lo aliviará" y se acercaban oliéndolo y metiéndose debajo de el. El pájaro estaba quieto dejándose tocar por centenares de manos que iban de un sitio a otro palpándolo y levantándole las plumas.

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