viernes, 25 de marzo de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 168 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


La danza se hizo ligera. La musica corría entre el viento y la noche. Nadie quería irse porque la visita de los jóvenes Cajamarca y Millaray, de los magos y el hada Madremonte, hacían aquel momento importante. Además Ibagué había ordenado a la tribu que los acompañaran hasta que el homenaje terminara, de modo que las horas pasaron rápidas hasta que el cansancio y el sueño fueron apareciendo. Así, muchos se fueron a las chozas buscando el descanso hasta que Yexalen se paró estirándose "Bueno ya es hora de irnos a descansar porque mañana escucharemos buenas noticias de boca de Mohán, de Madremonte y del mago Huenuman. Parece que tendremos extensos y ricos territorios en los que los Panches viviremos". "Como?" preguntó Cajamarca sintiendo que un corrientazo le recorría el cuerpo al pensar que Ibagué pudiera irse, y el no pudiera seguir acompañando a Millaray en la búsqueda de la niña Luz de Sol. "No sea tan curioso joven cacique. Solo le podemos decir, que al fin los Panches tendremos tierras propias donde viviremos. Los magos, los duendes y las hadas nos donarán las tierras en las que ellos han vivido, porque quieren irse para el Líbano, que será la tierra de éstas criaturas de ahora en adelante" decía Ibagué sosteniéndose en la lanza "Vamos a descansar, mañana Mohán nos dará la noticia completa".
Entonces se pusieron todos de pie entre murmullos, buscando las chozas.
Las estrellas cerraban y abrían los ojos porque también querían descansar.
en menos de media hora el pueblo quedó en silencio, turbado solo por los animales nocturnos que gritaban o chirriaban, o cantaban despertando a otros en sus nidos o en sus madrigueras. La luna estaba opaca.
Pronto amaneció pero la gente no quiso levantarse temprano. Esperarían a que los visitantes lo hicieran, para reunirse con ellos y escucharles lo que iban a decir de los territorios que las hadas, los duendes y los magos les darían a los Panches para que vivieran en tierras propias y dejaran de ser los vagabundos de Columbus, señalados malamente por las tribus.
Las luces del dia se extendieron encima de las montañas como alfombras relucientes. Por entre las nubes se metían rayos de colores bajando con fuerza inusual, calentando la tierra que en éstos dias había estado muy mojada.
Como a las diez de la mañana aparecieron Ibagué, Yexalen y el taita Amuillán entre las chozas, ordenando las cosas que iban a hacer para terminar de atender a Madremonte, Mohán, Huenuman y los jóvenes Cajamarca y Millaray

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