viernes, 1 de abril de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 171 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Este regalo lo llevaremos en la memoria. Quedará en la historia para que las generaciones no olviden sus nombres ni las cosas buenas que hacen". Cogió a Yexalen de los hombros y mirándola felíz se acercaron al joven Cajamarca y a Millaray, que no perdían ni una palabra. "Noble cacique Cajamarca, hoy tengo que irme, como ha oido decir al sabio Huenuman. Por eso le hago entrega de sus propiedades y de su pueblo que se ha multiplicado mucho en éste tiempo. Ustéd volverá a ser el cacique respetado de los Putimaes, y Millaray será su compañera en todas las actividades el tiempo que los dioses digan".

Cajamarca estaba callado escuchando a su suegro. Desde ayer el pueblo lo había visto pensativo porque cavilaba como hacer para gobernar a su gente y administrar sus propiedades, a la vez que acompañaba a Millaray a encontrar a la niña Luz de sol, que era la preocupación permanente de la princesa. "Ahorita solo me ocuparé en ayudar a la gente que se va. Ya tendré tiempo para arreglar las otras cosas" pensó mirando la actividad de los Panches, el correr de los niños. Escuchaba los gritos de los hombres y de las mujeres ordenando las cosas para llevar, a la vez que se despedían de los Putimaes. Ellos les ayudaban a sacar los corotos de las chozas y a cargarlos en los animales entre risas y promesas.

En menos de una hora fueron muchos los que empezaron a bajar por los caminos arriando las mulas y gritando "Arrrreeeeee mulaaaaass" y ayudando a las mujeres con los niños "Venga llevo a ese mocoso". En dos horas todos se habían ido. Unos para la extensa meseta, abajo de las propiedades de Cajamarca, y otros para el norte, a las tierras de los alrededores del Líbano y cerca a los nevados. Ya Ibagué había nombrado servidores fieles que se instalarían con su gente en distintos puntos conocidos.

Al medio día Ibagué y Yexalen se acercaron a donde estaba Cajamarca diciéndole "Ahora si nos vamos, joven cacique. Tenemos que apurar el paso del caballo y de las mulas para que no nos coja la noche en el camino". "Los dioses son los que mandan y tenemos que obedecerles. Ustéd será poderoso teniendo tantas tierras y viendo como su pueblo se va extendiendo. Estaremos visitándonos para ayudarnos en lo que necesitemos" le contestó el joven con voz cortada. "Adios joven Cajamarca. Gracias por la ayuda que recibimos de ustéd en éste tiempo" le dijo Yexalen dándole un beso en la frente, teniendo en su mano la rienda de la mula que la llevaría entre barrizales, malezas , rios y bosques. "Hasta luego Yexalen. Le prometo que iré a visitarlos porque Millaray querrá ver a su padre muy seguido, lo mismo que a ustéd que es su mejor amiga.

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