lunes, 4 de abril de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 172 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Adios joven Cajamarca, gracias por la ayuda que recibimos de ustéd en éste tiempo" le dijo Yexalen dándole un beso en la frente, teniendo en su mano la rienda de la mula que la llevaría entre barrizales, malezas, rios y bosques. "Hasta luego Yexalen. Le prometo que iré a visitarlos porque Millaray querrá ver a su padre muy seguido, lo mismo que a ustéd que es su mejor amiga".

Millaray, Mohán, Madremonte y Huenuman aparecieron a lo lejos porque habían estado visitando el altar de la piedra de los sacrificios, donde hicieron súplicas a los dioses para que les fuera bien a los Panches en su nueva vida y en sus recientes propiedades. No se demoraron en llegar a donde estaba Ibagué despidiéndose de Cajamarca y del taita Amuillán. Comprendieron que ya se iban y aceleraron el paso. "Estábamos haciéndole una ofrenda a los dioses para que les vaya bien en todo" dijo Madremonte a Ibagué y a Yexalen, señalándoles el camino que llevaba al altar de los sacrificios. "Ya tenemos que irnos porque si no, nos agarra la noche en el camino" dijo Ibagué adelantándose para besar a Madremonte. Se despidió también de Mohán y de Huenuman que dijo "No hay problema. Cuando quiera, invóquenos y estaremos a su lado en el momento que nos diga. Váyanse tranquilos y disfruten del regalo que la diosa Tulima les ha dado. "Siempre la bendeciremos" respondió Yexalen mientras terminaban de decirse cosas y de hacerse promesas con Millaray, hasta que se subieron a sus monturas, echando a andar debajo de un sol con neblina.

Así fue como se quedaron solos los magos, el hada, la princesa y el cacique Cajamarca, siendo mirados curiosamente por los Putimaes que se habían quedado algo tristes.

"Nosotros también nos iremos porque debemos prepararnos para la reunión del Líbano. Los invitamos a que estén con nosotros allá. No pueden faltar" les dijo Huenuman a Cajamarca y a Millaray cogiendo su vara del poder que había dejado encima de una piedra. "Claro, allá estaremos sin falta porque según nos dijo el Hojarasquín del monte, en esa reunión se nos dirán las cosas que debemos hacer para encontrar a la niña Luz de Sol, que desde hace tiempo andamos buscando" respondió Millaray abrazando a su compañero. "No hay problema. Esa invitación la cumpliremos porque fácilmente nos iremos en el cóndor. Ya el eclipse se acerca, de modo que viajaremos despues de que hayamos arreglado las cosas de la tribu para que siga marchando bien" dijo el joven cacique mirando las chozas agrietadas y algo húmedas, y la gente que había ido hasta algún punto del camino acompañando a los Panches en la travesía y que hacía poco habían regresado.

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