viernes, 29 de abril de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 179 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)




"El Hojarasquín del monte, es el Hojarasquín del monte" gritó Millaray corriendo entre la maleza para recibir a su amigo tan lento.

Cajamarca también se vino corriendo y cuando llegaron al lado del árbol protector de las montañas, le agarraron las ramas saludándolo "Es una alegría volver a verlo, Hojarasquín. Ni siquiera imaginábamos que usted saldría a recibirnos" le decía Millaray sin parar de sonreir. "Es un descanso haberlo encontrado. Nos sentíamos nerviosos sin ver a nadie y sin saber que hacer" le dijo Cajamarca tocándole suavemente una rama. "Soy yo estimados jóvenes, quien se alegra de verlos. Llegué aquí hace tres dias y los esperaba ansioso porque sabía que no faltarían a la cita" respondió el Hojarasquín mirándolos con sus ojos viejos casi perdidos entre el musgo y el ramaje. "Esta noche es el eclipse de luna, de modo que debemos estar tranquilos y esperar a ver que pasa" terminó diciendo. "Eso es, así se habla" gritó el Tunjo saliendo repentinamente de la ruana, asustando a todos y elevándose nueve metros para mirarle la cara al Hojarasquín "Hola amigo, es un gusto volver a verlo y volver a saludarlo" le dijo el Tunjo metiéndose inquieto entre las ramas altas. "Yo sabía que usted sería el primero en aparecer, pero no había dicho nada para no adelantarme a las cosas" le dijo el Tunjo al Hojarasquín, acomodándose en una horqueta. "Ya lo se, estimado Tunjo. Conozco su prudencia. Quédese aquí arriba un rato y me acompaña. Pronto pasará el dia y comenzará el eclipse. Así llegarán todos y sabremos muchas cosas ocultas" decía el Hojarasquín agachándose para estar mas cerca de los jóvenes que se habían tirado de espaldas en el pasto para relajar los músculos.

Pronto se quedaron dormidos, cobijados por las ruanas. Eso duró una media hora. Despues se levantaron caminando por los alrededores. "Vea Cajamarca esas casas tan lindas que hay en los árboles. Quien vivirá ahí?". "Quien sabe. Yo no se" respondió el joven caminando y mirando los altos árboles. En cada uno había una casa pequeña, hechas sus paredes de madera, y con techos de hojas de palma. Estaban iluminadas por una luz desconocida no quemante y las puertas permanecían cerradas. Eran de colores y posiblemente no cabía sino una persona. "Hay que esperar el eclipse. Quizás ahí encontremos las respuestas" dijo Cajamarca enviando su lanza al espacio con enorme fuerza para fortalecer los músculos y agilizar el cuerpo. Corrió a alcanzarla lanzándola otra vez, mientras Millaray iba al lado de el porque también quería sudar y tener su cuerpo liviano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario