viernes, 7 de octubre de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 38




De modo que al dia siguiente el joven Zarva arrancó a caminar por los bosques, subiéndose a todos los árboles uno a uno, buscando la flor milagrosa que le daría el alivio con sus perfumes y su esencia.

Dia tras dia iba visitando las montañas.

Atravesaba rios peligrosos ganándole a los peces. Peleaba con las bestias, que fácilmente dejaba destrozadas y tendidas en la tierra para que se las comieran los buitres. Se alimentaba de frutas y raices que le daban enorme energía en su trabajo. Tomaba agua de los rios y los lagos. Aguantó muchos aguaceros que le pusieron la piel fuerte y curtida, el sol lo quemó y la neblina lo hizo temblar y así pasó mucho tiempo sin encontrar lo que buscaba. "Ayúdenme dioses a encontrar la flor que me prometieron" suplicaba mirando al cielo, con los pies cansados que muchas veces no podía levantar.

Cajamarca y Millaray veían todo lo que el joven zarva hacía. A pesar de que no iban detrás de él, podían verlo en todos los lugares "Tan raro esto que nos pasa y todo lo que vemos. Parece irreal ésta historia" le decía Millaray a su amigo Cajamarca todavía sentados en el pasto donde había aparecido el dios Are y donde había creado a Fura y a Tena.

Zarva decidió volver al pueblo a contar lo que había vivido y para pedir algún tipo de ayuda al que pudiera dársela, porque se convenció que solo, no podía hacer nada. Y acercándose a Fura, que estaba sentada en un tronco al lado de su choza, y que tenía puesta una larga ruana de colores, le contó lo que le había pasado "He luchado mucho, he buscado la flor por todas partes, he ido a todas las montañas, y he atravesado los rios de éstos territorios en mi búsqueda, pero nada, nada he encontrado. El frio está agarrándome totalmente, me está penetrando la sangre y los huesos, y sé que si no encuentro ayuda, no lograré dar con la flor".

Entonces Fura sintió gran pesar por el muchacho "No se preocupe joven zarva, yo lo acompañaré mañana mismo a encontrarla. Tengo el tiempo suficiente para ir con ustéd a donde sea" le dijo con seguridad. "Gracias, muchas gracias señora" respondió el joven, quedándose esa noche en el pueblo, en una choza que algunos indios le dejaron para que descansara, despues de haber comido carne asada de gurre, con papas sancochadas, y arracachas y fríjoles cocinados con cebollas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario