lunes, 24 de octubre de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 43



Fué ahí, cuando terminando de vivir la historia de los primeros padres de los Muzos, que Cajamarca y Millaray despertaron otra vez, recobrando su conciencia a la orilla del rio donde se habían tendido para no ahogarse.

Se miraron comprendiendo todo instantáneamente, y sonriendo se pusieron de pié caminando otra vez al pueblo. Entendieron que era imposible encontrar por ahora la flor prodigiosa que habían venido a buscar y de la que les habían hablado maravillas.

Tendrían que seguir andando por otras regiones a ver que les indicaba el destino en relación con la montaña brillante.

"Vamos al pueblo y le contamos al jefe lo que hemos visto" dijo Millaray poniéndose de pie y sacudiendo la ruana, de la arena y las ramitas que se le habían pegado. Entonces Cajamarca también se paró de un salto y llevando el joto en la espalda, y ayudando a Millaray a acomodar el Tunjo entre la ruana, se fueron caminando despacio hasta el pueblo que ya los veía venir por el camino embarrado, porque estaban en lo alto del monte desde donde los miraban claramente. Los esperaban para preguntarles como les había ido en la búsqueda del joven Zarva.

"Como les fue?" los interrogaban acosándolos y apretándolos feamente entre gritos y empujones con los que muchos caían al suelo, hasta que llegaron a la choza del anciano jefe que dormía mecido en una hamaca de colores viejos "Jefe, gran jefe. Los hijos de Are han llegado por fin y ahora quieren hablar con ustéd, porque a nosotros no nos dicen nada".

El anciano despertó con los llamados, saltando inmediatamente de la hamaca, sobre una estera descuartizada y saliendo a la puerta de la choza diciendo "Divinos hijos de Are. Gracias por haber vuelto, los hemos esperado largo tiempo sin que llegaran. Han pasado siete dias desde que se fueron y ya estábamos afanados Encontraron al joven Zarva que con tanto afan buscaban?". "Si gran jefe, lo encontramos pero en una forma muy distinta, no como se encuentra uno a alguien cualquier dia" decía Cajamarca sacudiendo la cabeza para entenderse él mismo de la situación vivida. "Nos sentimos retroceder en el tiempo, volvimos al pasado muchos años . . .

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