jueves, 10 de noviembre de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 48



La multitud se vino en loca carrera para verlo de cerca y quizás para tocarlo, que era lo que mas querían hacer "Que pájaro tan grande y tan lindo" decía uno. "Es el pájaro de las estrellas que ha sido mandado por los dioses para que vea la elección del cacique y les lleve las noticias" dijo otro. "Y como supo lo que vamos a hacer?" intervino un tercero. "Lo que pasa es que los dioses son sabios. Como todo lo saben, han enviado al pájaro de fuego para que nos ayude en la elección".

La multitud se acercaba cautelosa. Veían tan inmenso al buitre, que les daba miedo arrimarse mas, porque pensaban que podría devorárselos de un solo picotazo, hasta que Cajamarca, Millaray, el anciano jefe Muzo y el indio mensajero se pararon en las costillas del pájaro en actitud felíz.

Ahí fue el asombro, el reír incrédulo, la malicia de la muchedumbre, porque al ver al indio enviado, acompañado por el jefe Muzo al que todos conocían por ser el hombre mas rico en esmeraldas de ese pueblo, y al ver a Cajamarca y a Millaray, no supieron que pensar ni como comportarse. Entonces desde donde estaba, el indio viajero comprendió la actitud de las tribus y gritando a todo pulmón, dijo "A mi me mandaron al pueblo de los Muzos para que invitara al cacique de allá a la elección que haremos de nuestro máximo jefe. El noble anciano ha venido, como ven, pero como allá estaban los hijos del dios Are, que viajan en el cóndor de las estrellas, nos invitaron a que nos viniéramos con ellos porque quieren darse cuenta como se elige un cacique en éstas tierras. "Ellos son hijos de Are, el dios de los Muzos?" preguntó uno perdido en la multitud. "Si, son hijos de Are y tenemos que estar felices por que hayan venido en ésta fecha. Ellos como hijos de los dioses, pueden ayudarnos en la elección". "Pero bajen, bajen ya para atenderlos como debe ser" gritó el indomable cacique Macaregua, abriéndose paso entre la gente tan apretada, que no permitían ni un respiro.

Ya el cóndor había bajado el ala, y Cajamarca y Millaray descendían primero, para enseñarle al anciano jefe Muzo, y al indio mandadero como debían hacer para llegar al suelo.

Al ver a los jóvenes tan cerca de ellos y sabiendo ahora la multitud que eran hijos de Are, se inclinaron sin querer levantar la vista porque creían que si lo hacían, serían quemados por los rayos del cielo y matados en menos de un momento por los celosos dioses.

El anciano también bajó, y el indio al lado de el.









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