domingo, 20 de noviembre de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 51



De pronto fue el desconcierto entre gritos pavorosos "Hurrraaaaa caciques. Maten a los cocodrilos o ellos se los comerán a ustedeeeess". "La batalla se puso buena. Esto si es una fiestaaa" decían con gritos ensordecedores porque los jóvenes se habían lanzado a la laguna, dispuestos a vencer a los saurios.

Mas de cincuenta muchachos saltaron al agua arrojando las redes de bejucos encima de los saurios y aprovechando su desconcierto y sus jetas tan abiertas, les lanzaban flechas que les quedaban clavadas en las gargantas enfureciéndolos como demonios. Además les clavaban también las lanzas muy profundo, mas allá de sus gargantas, ensangrentándolos en un cataclismo animal pocas veces visto. Pero aun así, los caimanes venían en tropel entre las luces y las sombras de las antorchas, abriendo mas y mas las enormes fauces como si no sintieran dolor y como si no tuvieran sus gargantas clavadas con flechas envenenadas. Era que querían destrozar a un humano de un solo tarascazo para devorárselo entero, y demostrar así, que ellos eran los dueños de la laguna. Y aunque los luchadores se les encaramaron en las costillas tratando de inmovilizarlos clavándoles cuchillos debajo de las mandíbulas, mas se enfurecían las bestias, revolviéndose entre el agua con fuerza infernal.

Aprovecharían como fuera, para tragarse a algún joven descuidado que estuviera cerca. "No me ganarás feróz animal, yo soy mas fuerte que tu" gritaba un joven que encaramado en las espaldas de un saurio, le clavaba el cuchillo varias veces debajo de la larga mandíbula. En menos de pocos minutos y por la desigualdad en las fuerzas, ya los saurios se habían devorado a doce de aquellos muchachos que fatalmente se descuidaron en el combate. "Muera, muera maldita bestia. No podrá ganarme, jamás me ganará" vociferaba un joven completamente embarrado, con los músculos aplicados semejantes a varillas de acero. En un descuido suyo, el ccocodrilo le arrancó un brazo, cayendo totalmente el muchacho al agua, donde fue devorado en un momento entre los gritos de la muchedumbre que no paraba de exaltarse frente a semejante orgía de sangre y carne.

El chapotear era endemoniado, hasta que el gentío pudo ver a siete jóvenes muy seguros y bien encaramados en los espinazos de los cocodrilos queriendo eliminarlos de una sola vez. Varios les habían hundido mas flechas en las lenguas y debajo de la mandíbula, enredándolos con las redes entre alaridos pavorosos de los saurios "Gggrrroooogggg, gggrrroooggg", el mover caótico de sus colas derribaban a los muchachos, que cayendo entre los troncos y las enormes piedras, eran devorados en pocos bocados entre el griterío incansable de las tribus que bebían chicha sin parar. Así la fiesta era completa.

Los hombres y los caimanes bufaban en lucha incomparable









No hay comentarios:

Publicar un comentario