Caragabi se incomodó mucho por eso, porque si Genene no caia del todo, no podría fertilizar el mundo con sus aguas.
Llamó entonces a varios animales para que se encaramaran por las ramas y cortaran los bejucos que le impedían la caida. Debían subir con una fruta en la boca y el que cayera antes de que la fruta tocara el suelo, sería el poderoso bruto que definitivamente tumbaría el árbol.
El primero en subir fue el mico llamado Yerro que caminó y saltó entre las ramas examinando los bejucos para ver como los cortaba, pero al lanzarse al suelo despues de soltar la fruta, no pudo caer primero que ella. Entonces se quedó por ahí arrinconado, con los huesos y los músculos adoloridos, y medio avergonzado delante del dios Caragabi y de los hombres que lo miraban en silencio.
Entonces el mono Zria se animó a subir llevando también una fruta en la boca, y cuando estuvo bien arriba, soltó la fruta, pretendiendo tocar el suelo antes que ella, pero no pudo porque la fruta cayó rápida partiéndose en el golpe. También se quedó a un lado, callado y escondido junto a Yerro que lo miró sin decirle nada.
Le tocó entonces el turno a la ardilla Chidima, que muy activa y ligera desenredó los bejucos que detenían la caida del Genene y al terminar, cayó de un solo golpe con la fruta y con el árbol que contenía el agua de los hombres.
Esas aguas empezaron a brotar entonces del Genene, arrastrando con sus ondas a los vivientes, menos a Caragabi y a sus diez amigos que se habían subido a una elevada peña para salvarse del torrente.
Un año duró esa inundación, al final del cual Caragabi le ordenó a una Garza que volara por el mundo a ver si había quedado algun lugar bueno para vivir. Pero la garza no volvió porque se quedó comiendo pescado y mucha cebada que encontró en el agua y en algunas tierras altas encontradas en su vuelo.
Como Caragabi vió que la Garza no volvía, llamó a un gallinazo ordenándole que volara por encima del mundo a ver donde había un lugar bueno para vivir, pero tampoco esa ave volvió porque se quedó comiendo peces muertos que encontró sobrenandando en las aguas.
entonces Caragabi, afanado porque no tenía las noticias que necesitaba . . . . . . . . . . . .
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