
Después de algunos meses cayeron en cuenta que muchas hojas del bosque, grandes y greuesas, los protegían mejor dándoles calor, y fue así como se arroparon, sintiéndose inteligentes y dueños de la tierra por haber empezado a usar su pensamiento.
Por alguna razón quisieron tapar sus genitales. Vieron que las pieles de los animales cazados para alimentarse, podían protegerlos, y cortándolas con piedras a las que sacaban filo restregándolas fuerte contra otras piedras, se las fueron acomodando en la espalda, en el pecho y en la cintura, guardando sus partes mas sensibles.
Eran hombres fieros, igual que los animales de la selva.
Ahora, y de modo continuo se peleaban y hasta se mataban en temibles combates, con piedras y palos por una fruta o por un animal cazado por otro componente de la tribu. Entonces la gente muerta era arrastrada bajo los árboles, donde se los comían con salvajes mordiscos y entre horribles peleas, echándose a dormir después, dos o tres dias enteros.
Afortunadamente en aquellos tiempos, apareció entre ellos un ave gigantesca, el cóndor de los Andes, con Cajamarca y Millaray en sus espaldas. No se habían alejado de aquella región en la que se quedaron viviendo después del diluvio, invitados por el dios Caragabi. "Tenemos que enseñarles muchas cosas a éstos hombres tan brutales" le dijo Millaray a Cajamarca un día en que los vieron desde el cóndor, matándose por un animal del monte. "Si. Nos quedaremos aquí mas tiempo, enseñándoles las cosas que sabemos".
Entonces el cóndor buscó un sitio para bajar, descendiendo entre aquella gente atemorizada que se tiraba en la tierra boca abajo por el pánico que les producía semejante ave. Creían que les había llegado el fin y que prontamente morirían.
Después de un rato y viendo que de las espaldas del buitre habían bajado dos seres cubiertos con vestidos de colores, con diademas, anillos, pulseras y que además llevaban un niño envuelto en ruanas, quedaron pasmados, sin saber que hacer.
"Ustedes quienes son?" les preguntó Cajamarca apoyando su lanza en el suelo, listo a defenderse por si acaso lo atacaban. Y cuando aquella tribu lo oyó hablar, se paralizó arrodillándose, levantando los brazos como una súplica, para que no fueran a hacerles nada.
Lo primero que Cajamarca y Millaray hicieron, después de caminar entre ellos, protegidos por el canto del pájaro de mil colores, fue juntar ramas, palos y hojas secas a las que prendieron candela, frotando largamente un seco palo contra una piedra mientras los aborígenes se les acercaban mirando curiosos lo que hacían.
cuando vieron que el fuego se elevaba en llamas de colores . . . . . . . . .
No hay comentarios:
Publicar un comentario