viernes, 13 de abril de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 77


Así los hombres ayudaron a clavar los otros postes. Cajamarca les atravesaba otros palos y varas, amarrándolos con bejucos, para mas tarde echar la arcilla entre ellos.
empezó a levantar el techo y a ponerle la palma, cosa que hizo en un rato, porque los nativos le habían alcanzado sin demora lo que el les pedía.
Ahora hacía falta mojar la arcilla para echarla entre los palos y levantar las paredes. Cajamarca les enseñó a amasarla y mezclarla con gruesas fibras del bosque para que no se cayera al secarse y para que se amarrara en el endurecimiento. Les enseñó a ponerla sin dejar huecos, solo en las ventanitas que eran muy pequeñas y por las que difícilmente entraba la luz.
Llegada la noche, Cajamarca entró allí con Millaray, encendiendo un fuego que espantaba los bichos nocturnos y otros animales a los que se les ocurriera acercarse a hacer daño.
La tribu se miraba medio embobada, señalando a los dos jóvenes como si fueran enviados de las estrellas.
Un día Millaray fue a donde vivía Caragabi y le preguntó "Gran dios creador de diluvios, sabe ustéd donde queda la montaña brillante?". Caragabi se sorprendió poniéndose de pie de un salto diciendo "Por qué me pregunta eso?. Que sabe ustéd de la montaña brillante?, esas son cosas secretas que casi nadie sabe. Pero debo decirle que después del diluvio es mas o menos fácil encontrar la montaña brillante, sin embargo todavía no es el tiempo. si están interesados en encontrarla, tendrán primero que vivir muchas aventuras en Columbus. De modo que no se afanen y vayan con paciencia y sin rendirse" le contestó Caragabi mirándola curioso.
. . . Millaray y Cajamarca pasaron mucho tiempo con los Emberá-Catíos a los que enseñaron a trabajar la tierra y a sembrar semillas de distintas especies, esperando el tiempo y la lluvia para que dieran fruto con el que se alimentarían.
Millaray les enseñó a tejer a las mujeres y a las niñas.
Les enseñó a hacer cobijas con fibras de algodón que encontraban por ahí entre las malezas, y les enseñó a hacer ruanas y vestidos con lana de cabras y también con plumas de pájaros, mientras Cajamarca les enseñó a conocer el oro, los diamantes y las esmeraldas. En aquella región había mucho de todo ello, casi en todas partes por donde iban. También se pasaba los dias inventando hornos de barro donde fundían el oro entre un calor infernal que no dejaban acabar porque era difícil volverlo a poner a altas temperaturas.
Los indígenas traían oro como arena, para hacer coronas, pulseras, aretes y todo lo que querían, de acuerdo a las enseñanzas de Cajamarca y de Millaray y de la creatividad de la tribu también.

1 comentario: