lunes, 21 de mayo de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 85



Caminaron entonces a donde estaba el cóndor que bajó el ala para que los amigos subieran a su espalda.
Cajamarca y Millaray se encaramaron rápido y el buitre comprendiendo todo, aleteó potente elevándose sin problemas por encima del caserío. La gente gritaba abajo, moviendo los brazos y saltando hasta que el pájaro se perdió mas allá por encima de los árboles y detrás de las colinas.

El viejo dios Ewandama, de los indígenas Waunana, había creado el mundo, los animales y las plantas. Fué el dador de vida y la personificación del bien. A su lado estaba siempre su hijo, un muchacho moreno, de fuerte musculatura, anchas espaldas, pecho poderoso y ojos penetrantes como los de las águilas. Podía percibir cualquier olor a quince y veinte kilómetros de distancia, cosa que no hacía nadie mas en cualquier lugar del mundo, y el lo sabía. De él nunca se conoció su nombre y se sentía afligido allí, porque sabía que en otros territorios, las cosas iban mejor.
Vivía junto a su padre Ewandama al que le dijo en una tarde tranquila, ya casi empezando a anochecer "Padre, ustéd debería crear mas hombres para que nos acompañen y para que funden pueblos como lo hizo el gran dios Caragabi con los Emberá-Catíos que viven no muy lejos de aquí. "Hay mijo. Otra vez vienes con tu molestadera" le respondió Ewandama realmente fastidiado, "Pero voy a hacerte caso ésta vez, para que me dejes en paz. Cuando salga el sol de mañana, empezaré a crear a los hombres, para que tengas compañía". "Gracias padre, ese es un favor que siempre te agradeceré" le dijo el hijo, y se recostaron en la hierba disponiéndose a dormir entre los sonidos de la selva y el bochorno de la noche.
Ewandama no pudo descansar.
Se la pasó pensando como inventar hombres perfectos, que le dieran realce a su nombre por dondequiera que fuese, y como no logró concretar la idea de esa creación, se dijo que solamente crearía mujeres que amaran mucho la naturaleza y con ésta decisión, logró por fin dormir dos horas, que lo repusieron un poco.
Después de eso salió el sol, y ewandama poniéndose de pié, llamó a su hijo que estaba cubierto con una grande hoja del bosque. Lo invitó a que lo acompañara a la orilla del río. "Vamos hijo a la orilla del Baudó. Voy a crear muchas mujeres para que te hagan compañía". "Gracias padre. Miraré como es que le das la vida a las mujeres. todo eso tengo que aprenderlo".
Caminaron mas o menos veinte minutos entre la selva, hasta llegar al rio. Se sentaron en la orilla, donde había arcilla blanca que el dios Ewandama usaría enseguida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario