sábado, 26 de mayo de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 86




Caminaron mas o menos veinte minutos entre la selva, seguidos por el griterío de los animales sorprendidos por su presencia, hasta llegar al rio. Se sentaron en la orilla, donde había arcilla blanca que el dios Ewandama usaría enseguida.
Se amarró el largo cabello blanco con una fina fibra que encontró tirada por ahí, mientras sus manos se hundían en la arcilla haciendo delgadas figuras a las que les daba un soplo, convirtiéndolas en seres con vida que iban creciendo delante de ellos hasta tener la estatura normal en menos de un pensamiento. Padre e hijo las miraban y se entusiasmaban como nunca habían estado, de modo que Ewandama fabricó en esos días centenares, miles de mujeres de arcilla blanca, hasta que su hijo le dijo “Ya no mas, padre. No cree mas mujeres porque no sabemos que vamos a hacer con ellas.

Casi todas se habían ido corriendo, riendo y cantando entre la selva, mirando a los

animales que les llamaron mucho la atención, por su variedad, sus colores y formas y por

los sonidos que tenían y como Ewuandama no había creado  hombres, ellas se enamoraron

de los animales y con el pasar del tiempo empezaron a vivir con ellos. Los animales las

habían mirado mucho desde que ellas habían llegado, y viéndolas tan lindas, decían "Mira

esas cholas tan bonitas, vamos a acompañarlas". Y el saíno dijo: "A mí me gusta ésta. Me la

llevaré enseguida"; y la tortuga dijo: "A mí esta otra. Será solo mia". Y así se fueron

acercando y acercando hasta que cada uno de  los animales se acostó con una mujer y se

fueron para Noanamá una región en la que se reunían los animales a hablar de las cosas que

pasaban en el mundo.

En el viaje comenzaron a nacer los hombres, hijos del oso, del  venado, del gavilán y del

tatabro, del armadillo y de la lechuza. Nacieron niños y nacieron niñas y el mundo se llenó

de gente».

Cuando estaba pasando eso, fue que aparecieron Cajamarca y Millaray en el cóndor de

los Andes, que volaba ansioso, buscando a Ewandama para saludarlo.

No pudieron dar con él en ese primer intento, y como querían conocer aquella tierra y las

costumbres de sus gentes, bajaron a la orilla del rio donde había un espacio amplio que les

permitía aterrizar sin problemas.

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