lunes, 4 de junio de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 88



Hablaron de muchas cosas “Mi mundo está incompleto e imperfecto, les decía Ewandama. Siento que falta algo importante pero no caigo en cuenta que es. La gente que ha nacido de la unión de las mujeres con los animales, han puesto este mundo al revés y necesito arreglar eso porque siento que así no debe ser. Tengo la idea pero no logro darle forma para arreglar esto. Por eso deben ayudarme. Aconséjenme lo que debo hacer porque he perdido facultades por falta de uso” suplicaba Ewandama mirando a Millaray y a Cajamarca sin quitarles la vista porque los veía atractivos y como resplandecientes. De pronto exclamó en alta voz “Ah, ya tengo la idea. La tengo. Lo que debo hacer es crear también hombres como usted, joven hijo de las estrellas, que acaba de llegar a mi reino, para que las mujeres los tengan por compañeros, como usted tiene su compañera. Jajajajajaja, eso es. Porqué no había caído yo en cuenta de eso? Realmente que es lo que me pasa? Por tantas cosas que he hecho desde que formé el mundo, se me empieza a deformar  el pensamiento, jajajajaja” reía el dios apretándose el estómago para calmar las convulsiones, y los jóvenes reían con el dios, notándole su inocencia, su preocupación por la imperfección creada, y sus ganas de hacer bien las cosas. “Juajuajuajuajua” reían los muchachos, identificándose con Ewandama. Y así se hicieron buenos amigos, caminado por ahí, entre el bosque, en medio de los animales que se apartaban dándoles paso, mirando como las mujeres habitaban con esos animales en todo sitio de la selva sin ningún problema.
Entonces ese día pasó y llegó la noche. “Voy a hacerles una invitación especial” dijo de pronto Cajamarca acercándose mucho a Ewandama y a su hijo que estaba a su lado sin decir nada desde hacía mucho rato. “Quieren venir con nosotros a dormir ésta noche en las espaldas del cóndor? Ahí estarán cómodos y pasarán una noche excelente” terminó de decirles Cajamarca, escuchando al cóndor que decía mas allá, como a sesenta metros de donde estaban “Está buena esa invitación que le hace al dios Ewandama y a su hijo, joven cajamarca, porque para eso vine aquí. Para hacerme amigo de Ewandama que desde hace tiempos quería conocerme. Vengan, suban a mi espalda para que pasen una buena noche entre mis plumas”. “Verdad gran pájaro de las estrellas? Usted quiere que durmamos en sus costillas, metidos entre sus plumas?” le preguntó el dios al cóndor corriendo hasta encontrarlo acurrucado entre altos árboles y al pie de una alta peña que lo protegía del viento. “Voy a bajar un ala para que se agarre de ahí y yo lo subiré a mi espinazo” le dijo el buitre a la vez que llegaban Cajamarca, Millaray y el hijo de Ewandama que miraba y escuchaba todo en un gran silencio.

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