jueves, 21 de junio de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 90


 Fueron cayendo en un hondo letargo que los aisló del mundo y de sus ruidos. A pesar de que los animales gritaban, rugían, cantaban, chillaban….ellos no lo advertían porque formaban parte de ese mundo y claro, hacía parte de sus vidas.
Así pasó la noche hasta que fue apareciendo la mañana entre el revuelo de los pájaros y el despertar completo de la selva. Ewandama fue el primero en despertar, abriendo sus ojos muy brillantes y tan vivos. No quería despertar a sus amigos y por eso hablando en voz baja le dijo al cóndor “Pájaro de las estrellas, ayúdeme a bajar de su espinazo porque hoy tengo que hacer cosas importantes”.  “Como ordene, Gran dios Ewandama. Agárrese de mi ala, que yo lo pondré en el suelo sin ningún sobresalto”.  Pero ya todos habían oído la charla y sonriendo se saludaron “Buenos días Ewandama” “Buenos días Joven Cajamarca” “Buenos días, bella Millaray” “Buenos días, joven hijo de Ewandama” y así entre todos repetían los saludos diciendo también “Como pasaron la noche?”.  “Si descansaron?” “Dormir en las espaldas del pájaro de las estrellas es lo mismo que dormir en los brazos de los dioses” dijo alguien en el estrellarse de las palabras.
Y como el cóndor había bajado el ala, se deslizaron por ella, cayendo a tierra sin necesidad de saltar. Allí decenas de mujeres con sus animales, los miraban mudos y asombrados, viendo una escena tan diferente en la selva. Ewandama no les puso cuidado, caminando entre ellos sin decirles nada. Millaray dijo “Buenos días” pero las mujeres no contestaron porque desde hacía tiempos habían perdido el poder del habla. Iban desnudas, embarradas, con el pelo enredado y los ojos locos. Se les sentía su soledad que tenían muy hondo, haciéndoles una huella fea dentro del pecho y en el cerebro también, y por eso cuando el dios ewandama, su hijo, la joven Millaray y el cacique Cajamarca caminaron a la orilla del rio, decenas de mujeres se fueron detrás de ellos como animalillos detrás de su amo en una actitud lastimosa, muy triste.
Ya en la orilla del rio, Ewandama le dijo a Cajamarca “Noble joven hijo de las estrellas, hágase al frente de mi, para que sea mi modelo y así crear hombres perfectos en su cuerpo, en su pensamiento y en su sentir. Empezaré de inmediato mi nueva creación” y sentándose en la arcilla, formó una figurita algo gruesa, sn quitarle la vista a Cajamarca que estaba parado al frente de él. Cuando la tuvo lista, según su conocimiento, le dio un soplo en la naríz

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