jueves, 28 de junio de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 91




Ya en la orilla del rio, Ewandama le dijo a Cajamarca “Noble joven hijo de las estrellas, hágase al frente de mi, para que sea mi modelo y así crear hombres perfectos en su cuerpo, en su pensamiento y en su sentir. Empezaré de inmediato mi nueva creación” y sentándose en la arcilla, formó una figurita algo gruesa, sn quitarle la vista a Cajamarca que estaba parado al frente de él. Cuando la tuvo lista, según su conocimiento, le dio un soplo en la naríz, poniéndola seguidamente en el suelo. Allí la imagen de arcilla empezó a moverse como si tuviera una magia o muchas magias por dentro, poniéndose de pié de un salto y empezando a crecer asombrosamente frente a los ojos de todos y de las mujeres que reían salvajes viendo a esa criatura tan atractiva a sus ojos.
Nadie se iba de allí por la rara fascinación que se sentía en el lugar.
Durante ese día, Ewandama fabricó mas de mil docientos hombres, todos perfectos, que empezaron a caminar por ahí, subiéndose a los árboles, atravesando el rio a nado, mirando a las mujeres que ahora se escondían de ellos, mirándolos por entre las hojas y la maleza en una especie de reconocimiento aturdido porque algo les decía que esa creación era para ellas.
Ya anocheciendo, Ewandama levantó por fin la cara, sonriendo “Esta vez he logrado hacer una creación perfecta de los hombres, y eso se lo debo a usted joven Cajamarca. Gracias por haber venido a mi tierra, porque si no hubiera sido así, ésta región permanecería en la animalidad”. “No es nada gran dios Ewandama. Para eso estamos aquí, para servir. Ese es el fin de la vida de cada hombre y también de cada mujer”. “Si, noble joven, sus palabras son sabias. Ahora permítame que sea siempre su amigo y que pueda disfrutar de su compañía” le dijo el dios mirando también a Millaray que se había quedeado callada. “Soy yo, noble dios Ewandama, el que le da las gracias por haberme tomado como modelo para su creación, eso no sabré como pagárselo. Estaré orgulloso recordando el origen de los hombres de éste pueblo”.
A poca distancia de ellos, los hombres recién creados, miraban a las mujeres, invitándolas al rio, y ellas obedientes, los seguían mudas, para luego soltar explosivos sonidos parecidos a la risa. “Los dejaremos en libertad para que se busquen y se ayuden. Comprenderán que ahora son el uno para el otro” dijo Ewandama observando a las mujeres alejándose de los animales y acercándose a los hombres en actitud salvaje y desconfiada pero femenina.
Y esa noche y otras mas, en largo tiempo, Ewandama y su hijo durmieron en las costillas del buitre, mientras el dios le daba mas toques de perfección al mundo. Alejó el mal de su tierra, enseñando a la vez a los hombres y a las mujeres a construir casas donde empezaron a vivir.
Cajamarca y Millaray le colaboraban enseñándole a la gente el arte de la metalurgia, de los tejidos, del trabajo en el campo. Les enseñaban a usar el pensamiento y a criar a los hijos. El pueblo de los Waunana aprendió a fabricar coronas de oro incrustándoles diamantes que conseguían en los alrededores recogiéndolos entre las peñas y regalándoselos a sus mujeres.


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