viernes, 31 de agosto de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 98

 
Así, los visitantes sintieron confianza y acompañados del cacique y de sus hijos, caminaron entre la gente que les abría paso siguiéndolos y mirándolos insistentes y tocándolos también para ver que tenían de raro.
Llegaron a un rancho grande de gruesas columnas, pardes de arcilla y techo de palma que daba frescura en aquel clima tan ardiente. El suelo estaba cubierto con gruesos tapetes de muchos colores de los que los Wayúu eran expertos fabricantes. Al llegar allá encontraron al brujo del pueblo, un hombre anciano, muy delgado, de ojos brillantes y ágiles movimientos, recitando plegarias al pie de una ventana por la que miraba al espacio extendiendo los brazos en intensa concentración y en actitud de súplica.
Despues de veinte minutos en los que el cacique y sus hijos le habían pedido a los visitantes estarse callados para no interrumpir el rito del brujo, lo vieron finalmente descansar y desgonzarse de su esfuerzo. Y sin preocuparse de mirarlos porque se quedó con la vista en las nubes que pasaban, les dijo “Ya sabía que vendría un dios vecino nuestro, con su hijo, y con dos jóvenes guerreros, permanentes viajeros y exploradores de Columbus. Sé que han llegado en un cóndor gigante venido de la luna y que se ha convertido en su buen amigo. conozco también que andan buscando a la diosa Inhimpitu desaparecida hace meses de éstas tierras y de la que no tenemos noticia porque se fue sin decirnos nada”.
Cuando terminó de hablar, se volteó finalmente a donde estaba el cacique con los otros, mirándolos tranquilo, poseído por una extraña fuerza que los visitantes le vieron extrañados y admirados, sin poderlo explicar.  “Gran dios Ewandama y su hijo, gracias por venir a visitarnos. Este dia es de fiesta en nuestro pueblo por su presencia aquí. Somos vecinos suyos, eso lo sabemos desde hace tiempos y por eso nos ponemos contentos de verlos, porque los Waunana son gente callada que nunca sale de su tierra, que siempre están allá escuchando las enseñanzas de los dioses, que no los abandonan. Gracias también a ustedes, jóvenes hijos de las estrellas por haber venido a éste país del sol donde ha vivido Inhimpitu  y con la que ustedes quieren hablar urgentemente. Pero ahora, lo primero que deben hacer es comer y descansar porque se les vé el maltrato que tienen. Mas tarde nos reuniremos y hablaremos de las cosas que quieren saber.
Y después que Anbaibe y sus hijos escucharon al brujo, guía del pueblo, salieron con él del rancho, dejando allí a los visitantes que prontamente recibieron de una muchacha una batea de madera llena de carne de cabro asada, yuca asada, Plátanos asados también, y algunos pescados sancochados que habían tenido guardados varios días conservándolos con sal. De
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario