El salvaje desconocido
Me admiro al recordar esos hombres antiguos y semisalvajes, llenos de
fuerza, de brusquedad, impulso y arrojo.
Los imagino cargando grandes piedras para construir pirámides o murallas
interminables.
Cómo cargarían esas piedras?
Y lo grave de ese trabajo es que carecían de aparatos o instrumentos que
facilitaran sus labores.
Pero ellos estaban ahí, poniendo su fuerza, su sudor, y sobre todo su
creatividad.
Uno de esos hombres, tal vez el mas pensador, el mas creativo o
posiblemente el mas perezoso se dijo que no era justo para el ni para sus
compañeros esforzarse de esa forma, maltratarse de esa manera y acabar el día
agotados y casi aniquilados.
Ese semisalvaje se dijo que era posible crear algo, hacer un invento que
aliviara el rutinario esfuerzo. Un invento nacido de la necesidad.
Posiblemente ese hombre se recostó y pasó muchas noches sin dormir a
pesar del cansancio, es que estaba echándole cabeza al invento.
Pasaron veinte días y otros veinte hasta que al final del tercer mes y
siendo muy avanzada la noche, el hombre se levantó como asustado de la arena en
que descansaba y gritó:
-
Lo tengo, lo tengo.
Y se puso feliz y como ebrio de la dicha. Despertó a todo el mundo
corriendo por todos lados:
- Lo tengo, lo tengo.
Y todos creían firmemente que ése gigantón se había enloquecido o que
quizás había fumado una Yerba extraña.
Este hombre ordinario, cuando apenas empezaba la civilización, hizo el
mas grande descubrimiento de la historia. Fue el inventor ignorado, el genio
que hizo el mundo mas veloz.
Aquella noche se dio cuenta que la rueda era
la solución a su esfuerzo. Ese instrumento le facilitaría trasladar las piedras,
los troncos y otras cosas.
La rueda, la rueda.
Después de ese inmenso inventor ha habido carretillas y carretas.
Carruajes, autos y aeroplanos. Trasbordadores espaciales y coches
interplanetarios.
Todo eso porque un hombre bárbaro en una noche oscura imaginó la rueda y
la dio al mundo.
Ese hombre fue el inventor frente a quien deberíamos inclinarnos porque
puso a marchar la civilización.
Ese semisalvaje, que supo pensar, decidió la vida de la humanidad, creó
la base sobre la que ruedan las culturas.
Sin ese invento estaríamos cargando piedras y troncos como esclavos.
Qué elementos o rasgos de la creatividad aplicó éste antepasado al que
cualquiera calificaría de “ignorante?”
Estaba motivado a la creación. Un movimiento profundo de su naturaleza lo
impulsaba manteniéndolo en estado de exaltación productiva.
Quería tener un medio de trabajo que le ayudara aliviándolo de su
situación esclavizante.
Esa motivación lo mantenía inquieto y vigilante hasta el punto que le era
difícil dormir con sueño profundo.
Era una motivación tan fuerte, que logró despertarle la sinergia interna
sin la cual no logramos ningún cambio.
La sinergia o ese reino interno que nos mueve y que nos renueva, es esa
fuerza íntima que nos lleva al logro, al producto funcional bien sea para el
propio sujeto, para un grupo o para la sociedad.
Esa fuerza profunda es la que nos da capacidad de ver y oír mas allá de
lo lógico y de lo obvio. Es la que nos da una nueva receptividad y la que nos
enseña a mirar con una distinta percepción.
Este increíble creador de la rueda uso elementos esenciales para la
creatividad. El entusiasmo y la fuerza que emana de nosotros y nos convierte en
artistas de lo nuevo y de lo no imaginado.
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