sábado, 29 de noviembre de 2014

UN CONDOR GENIAL 26 (La historia de uno de los últimos cóndores que nos quedan en los andes colombianos)



Agotados también los sacerdotes, suben al púlpito donde dicen una fórmula sagrada que no falta en ninguna ceremonia.
“Hemos quedado bendecidos por el poder del cráneo enmigo. Ese poder nos  ha llegado hasta la sangre, se ha metido en la carne, en los huesos, en el cerebro y en el corazón, dándonos fuerzas poderosas para eliminar enemigos que quieren hacernos daño. Paz por siempre a los enanos, y que el cráneo nos acompañe por los siglos de los siglos con su ilimitado poder y su gloria bendita”
La multitud  se pone inmediatamente de pié y responde a gran voz, agachando la cabeza:  “Paz y fuerza a nosotros por siempre, por los siglos de los siglos el cráneo guerrero nos bendiga a todo momento, así sea”
A esos ritos no falta nadie del pueblo. No ir significa morir mas tarde o mas temprano,  guillotinado en el patíbulo central, debajo del árbol de los sacrificios. Cuando alguien falta a las magnas celebraciones, lo buscan como aguja hasta encontrarlo.
Sin consideración y sin oídos a las súplicas familiares o de los amigos, lo ahorcan a la vista de todos para que sirva de escarmiento y de ejemplo a ese pueblo movido por el miedo. Entonces, terminado el sacrificio, su cabeza va a parar a algún sótano donde será purificada y quizás también adorada, después de borrarle los pensamientos y de haberle eliminado los malos impulsos contenidos en su cerebro.

Por esas costumbres tan crueles y sanguinarias, es que los enanos son atacados por los pueblos vecinos. Saben que es un país depravado, de baja condición, que quiere únicamente la maldad para ponerla a su favor a través de los continuos ritos demoniacos.
Hay que tener cuidado con ellos porque pueden dejarnos sin cabeza”, terminó diciendo el ave que cogió mas guayabas diciendo “Es mejor irnos ya. Así nos evitaremos problemas con la gente de aquí”.
Se inclinó a un lado para facilitarle la subida a los muchachos en sus costillas.
Los jóvenes se agarraron del plumaje subiendo muy rápido.
Fresno que estaba ansioso, le ordenó “Arranque pues, vuele ya, sin demora”
El animal batió poderoso las alas elevándose en un instante. Desde arriba, los tres viajeros miraron curiosos la plaza del poblado. Decenas de enanos caminaban por las cortas calles y al lado de las casas, con arcos y flechas incendiarias, con largos tubos de hierro parecidos a cañones, con los que disparaban bolas de fuego al enemigo.
Al ver que cóndor volaba en el espacio que era solo de los enanos, tensaron los arcos rápidamente, disparándole una larga lluvia de flechas que el procuró esquivar volando a gran velocidad pero le fue imposible evitarlas, porque dos le quedaron clavadas en el muslo derecho haciéndolo sangrar, impidiéndole seguir volando, por la quemazón y por el dolor que tenía……. Y no fue solo eso, porque los enanos con los tubos en el hombro, le apuntaron con mucha precisión, disparándole centenares de bolas de fuego del tamaño de peloticas de ping-pong.
Casi pierde el control del vuelo.



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