“Ahora que
hacemos?” preguntó coyaima. “Tenemos que
esperar hasta que recupere el sentido”, respondió fresno.
Escucharon cómo se
quejaba en el sueño.
Del pico y las
narices le salía baba espesa escurriéndole al suelo. Le temblaba el cuerpo como si
tuviera fiebre y escalofríos. Fresno lo tocó en la cabeza, notando que en
realidad estaba muy caliente, como el agua cuando hierve. “Tiene fiebre y raros
espasmos, hay que hacer algo urgente porque de pronto las flechas estaban
envenenadas y se muere nuestro amigo. “Le echamos agua a ver si se desacalora?”
preguntó coyaima. “Cómo se le ocurre. Eso no se hace cuando alguien tiene
fiebre”. “Entonces que hacemos?”
De pronto Coyaima vio la luz de la piedra del
poder en una de las arrugas de la pata del ave y gritó “Ya está, tengo el remedio para que el cóndor
se cure inmediatamente. La piedra del poder es la solución. No recuerda lo que
nos dijo Cóndor en su nido? Que esa
piedrita lo hacía poderoso en todas las cosas de su vida……..Ensayemos a ver si
podemos curarlo”.
Se abalanzaron de
un salto a la rugosidad de la pata iluminada.
Fresno la abrió. En
un instante tuvo la misteriosa piedrecilla en su mano, y mirando a Coyaima, le
preguntó como hacían para usarla. El otro muchacho tampoco sabía nada y
haciendo lo primero que se les ocurrió, corrieron a las heridas, pasándola por encima
de ellas, muy cerca. Varias veces.
Levantaban las
plumas mirando que pasaba. Misteriosamente las heridas desaparecieron y la
sangre dejó de salir.
Cóndor,
mágicamente se despertó muy animado diciendo “Que pasa, donde estamos?”. “La
piedra del poder lo ha curado en menos de lo que se demora un pensamiento, le
contestó Coyaima. brincando y riendo alegre. “Qué maravilla de piedra la que el dios del viento le regaló al cóndor. Con ella tendremos todo lo que queramos”.
“Fue que la usaron conmigo?”, preguntó el ave. “Si, y eso fue un milagro”.
“Fue un acierto
como pocos. Era lo que había que hacer. . . y como cayeron en cuenta de ponerla
en mis heridas?”. “ Es que vimos la luz de la piedrita en la arruga de su pata
y recordamos lo que nos había dicho en su cueva, que la piedra era poderosa y
sin dudar la usamos a ver si era cierto. Ahora como se siente después del
milagro?”. “Me siento bien. Las quemaduras me laten y me arden un poquito pero
estoy bien”. “Seguro las flechas estaban
envenenadas” comentó Fresno cogiendo una que estaba cerca, mirándole la punta,
atento. Usted tenía mucha baba en la
naríz y en el pico, y temblaba feo. También estaba muy caliente seguro por la
fiebre”.
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