Descendían
peligroso en el hondo espacio.
La caída del pájaro asustó a los jóvenes que escucharon
gritar al ave “No me las corten no me las corten, no me hagan ese mal porque
pierdo la fuerza y el poder. Por favor no, no”.
Coyaima y Fresno gritaron
locos como nunca “Cóndor de las nieves despierte, cóndor genial que le pasa?
por favor despierte, despierte ya, que nos matamos”.
Se movieron duro en
sus costillas para arrancarlo de la extraña alucinación. Le jalaron las plumas
del cuello, le dieron puños en las espaldas, y le dieron golpes en las alas.
“Cóndor genial, còndor
genial no se quede dormido que nos vamos a matar, despiértese ya, idiota.
Lo golpeaban tan
seguido y tan duro, que al fin abrió los ojos recobrando la conciencia cuando sus
patas, preciso en ese instante, se hundían en una laguna de caimanes de lenguas
dobles con ponzoñas venenosas en las puntas.
Los saurios se
vinieron nadando silenciosos y veloces, con las fauces muy abiertas en
dirección al gigante pájaro que ya se hundìa, con ganas de devorárselo. Los
ojos se les pusieron centelleantes y fieros por la carne fresca que tenìan al
frente de sus narices y que parecía desafiarlos.
Como el buitre estaba
sin fuerzas para mover las alas e irse de allí, a Coyaima se le ocurrió gritar en
medio del terror que tenìa “Piedra del poder, piedra del poder ayúdenos en èste
momento. No nos deje morir. Sàlvenos por favor”.
Y mágicamente el
ave se elevó igual que una pluma por el aire, sin mover las alas y como si no hubiera
gravedad. Subieron al espacio navegando
igual que una tranquila nube paseando por ahì
Cóndor se sintió
raro, entonces comprendió todo, y avergonzado por lo que pasaba, extendió las
alas batiéndolas fuerte hasta recuperar la estabilidad y el control.
A seiscientos
metros de altura y mientras avanzaba entre nubes grises, dijo de pronto
“Ah carajo, que
falta tan horrible”. “Pensamos que ese era el final de todos”, dijo Fraesno escuchándolo.
“Que tal que nos hubieran devorado esos caimanes?. Que era lo que le pasaba?” “Fue
una pesadilla con los titanes de Júpiter, iban armados con espadas de fuego y vestiduras metálicas que carbonizaban con sus
reflejos. Me amarraron a la roca de sacrificios de su planeta para cortarme las
alas con un hacha enorme y filosa. Hace mucho tiempo las quieren porque desean
volar como yo, y no lo han logrado. Saben que sin ellas no tengo nada, que perdería
el poder de la risa y de la fuerza y como me envidian por ser amigo del rey del viento,
quieren destruirme. Es eso, los problemas no faltan”. Dijo algo triste.
. . . Entonces
asombrados, los jovencitos se cogieron de las manos prometiendo defender a su
amigo de los titanes Jupiterianos. No dejarían que le cortaran las alas al
amigo del rey del viento.
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