miércoles, 7 de enero de 2015

UN CONDOR GENIAL 31 (La historia de uno de los ùltimos còndores que nos quedan en los Andes Colombianos)




Descendían peligroso en el hondo espacio.

La  caída del pájaro asustó a los jóvenes que escucharon gritar al ave “No me las corten no me las corten, no me hagan ese mal porque pierdo la fuerza y el poder. Por favor no, no”.

Coyaima y Fresno gritaron locos como nunca “Cóndor de las nieves despierte, cóndor genial que le pasa? por favor despierte, despierte ya, que nos matamos”.

Se movieron duro en sus costillas para arrancarlo de la extraña alucinación. Le jalaron las plumas del cuello, le dieron puños en las espaldas, y le dieron golpes en las alas.

“Cóndor genial, còndor genial no se quede dormido que nos vamos a matar, despiértese ya, idiota.

Lo golpeaban tan seguido y tan duro, que al fin abrió los ojos recobrando la conciencia cuando sus patas, preciso en ese instante, se hundían en una laguna de caimanes de lenguas dobles con ponzoñas venenosas en las puntas.

Los saurios se vinieron nadando silenciosos y veloces, con las fauces muy abiertas en dirección al gigante pájaro que ya se hundìa, con ganas de devorárselo. Los ojos se les pusieron centelleantes y fieros por la carne fresca que tenìan al frente de sus narices y que parecía desafiarlos.

Como el buitre estaba sin fuerzas para mover las alas e irse de allí, a Coyaima se le ocurrió gritar en medio del terror que tenìa “Piedra del poder, piedra del poder ayúdenos en èste momento. No nos deje morir. Sàlvenos por favor”.

Y mágicamente el ave se elevó igual que una pluma por el aire, sin mover las alas y como si no hubiera gravedad.  Subieron al espacio navegando igual que una tranquila nube paseando por ahì

Cóndor se sintió raro, entonces comprendió todo, y avergonzado por lo que pasaba, extendió las alas batiéndolas fuerte hasta recuperar la estabilidad y el control.

A seiscientos metros de altura y mientras avanzaba entre nubes grises, dijo de pronto

“Ah carajo, que falta tan horrible”. “Pensamos que ese era el final de todos”, dijo Fraesno escuchándolo. “Que tal que nos hubieran devorado esos caimanes?. Que era lo que le pasaba?” “Fue una pesadilla con los titanes de Júpiter, iban armados con espadas de fuego y  vestiduras metálicas que carbonizaban con sus reflejos. Me amarraron a la roca de sacrificios de su planeta para cortarme las alas con un hacha enorme y filosa. Hace mucho tiempo las quieren porque desean volar como yo, y no lo han logrado. Saben que sin ellas no tengo nada, que perdería el poder de la risa y de la fuerza y como  me envidian por ser amigo del rey del viento, quieren destruirme. Es eso, los problemas no faltan”. Dijo algo triste.

. . . Entonces asombrados, los jovencitos se cogieron de las manos prometiendo defender a su amigo de los titanes Jupiterianos. No dejarían que le cortaran las alas al amigo del rey del viento.

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