domingo, 1 de marzo de 2015

UN CONDOR GENIAL 39 (La historia de uno de los ùltimos còndores que nos quedan en los Andes Colombianos)

 



Vieron las montañas elevándose para luego descender y volver a subir con una línea de luz en sus siluetas.

Cóndor extendió las alas y los muchachos se durmieron sin darse cuenta. Soñaron con nubes negras y tormentas apocalìpticas: Los rayos caían rompiéndoles los huesos y quemándolos sin compasión. Gritaron y graznaron feamente hasta que al otro día despertaron a las nueve de la mañana.

El sol estaba subiendo detrás de una montaña, iluminándola con luces verdes y violeta, escalaba lento como un alpinista cuidadoso. Posiblemente se descolgaría del cielo hoy y rodarìa por las crestas montañosas. Había que esperar a ver que pasaba.

Mientras tanto ave y jóvenes caminaron entre los árboles buscando frutas, flores y raíces comestibles.

Cóndor se fue por un lado entre árboles olorosos a resina que aromaba la montaña. Por el otro lado se fue fresno subiendo una cuesta regularmente empinada, y mirando a Coyaima que venía también. Al llegar al filo, vieron abajo y al otro lado como a setenta metros una laguna pequeña de color azul-verdoso muy llamativa. 

Bajaron corriendo y gritando, llegando finalmente a la orilla, que tenía perfumes de flores desconocidas. En esa laguna los peces saltaban a la superficie formando pequeñas olas que iban a estrellarse en la tierra hùmeda. Se quedaban suspendidos un instante para desaparecer luego en el mismo aire. No en el agua.

Se quedaron quietos mirando el fantástico malabarismo y el extraño fenómeno del aire tragándose a los peces. Salían muchos de ellos con distintos colores y formas, impulsados por una fuerza inverosìmil, para desparecer en el espacio, igual que la llama de una vela.

Fresno se quedó bobo frente a èste prodigio. Tenía la boca abierta y las facciones olvidadas igual que Coyaima, hasta que vieron al cóndor arriba en la colina, mirándolos inmòvil. El buitre se dio cuenta que lo habían descubierto, y bajando en un corto vuelo, se acomodó a su lado recibiendo la brisa, y les dijo “Ahora tenemos la seguridad que aquí es la Serranía de los Cedros. . . Recuerdan lo que dijo la estatua?,  dijo que a un lado de la serranía veríamos el lago de los peces áureos. Son precisamente esos peces que están saltando y desapareciendo en el aire en èste momento. Ahora tenemos que quedarnos aquí hasta que el sol se venga rodando por el llano”. “Verdad aquí es?” “Si.  aquí los objetos, los animales y los hombres desaparecen misteriosamente; el rey del viento me dijo que encima de la laguna hay un agujero negro devorador de todo. De pronto el caballo de sangre verde venga desde el cielo por ese agujero. “Increíble dijo coyaima mirando el desaparecer de los peces en el aire quieto”. “Quiere decir que si nadáramos en ésta laguna desapareceríamos?” “Con seguridad eso pasaría”, dijo el ave.

 

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