domingo, 26 de abril de 2015

UN CONDOR GENIAL 48 (La historia de uno de los ùltimos còndores que nos quedan en los Andes Colombianos)




No esperó Fresno a que el ave terminara de caer, cuando se  paró entre las alas del buitre para tirarse al suelo junto con Coyaima que también se alzó, deslizándose luego agarrado de las plumas. Despues saltaron sobre un montón de lava de color gris, cubierta de lama antigua.
Como ya llegaba la noche, buscaron un lugar para descansar, protegidos del sereno y de los bichos venenosos que seguramente llegarìan. “Parece que valió el esfuerzo de venir, le dijo Coyaima a Fresno mientras seguían saltando encima de la lava. “Todavía no digamos nada, contestó el ave siguiéndolos cerca. Hasta no tener el tesoro con nosotros, no se puede decir que valió el esfuerzo”. “Claro, siempre hay que llegar hasta el fin de las cosas”, comentó Fresno. “Y de que se tratarà el tesoro?”. Preguntò Coyaima tapándose las narices con su chaqueta porque el aire estaba muy frio. “Es algún un cofre lleno de esmeraldas y diamantes. Seguro hay lingotes y monedas de oro también”, contestó Fresno “No, no es eso porque el caballo nos dijo que era un cofrecito pequeño y ahì no van a caber tantas cosas”. “Lo que pasa es que también hay otra clase de tesoros” explicó el ave. “Podríamos encontrar la clave para alargar la vida, para no envejecer. Ser poderosos y que se cumplan todos los deseos.  Hay que esperar a ver que pasa”. “Y como será el gigante que vive alla abajo y del que nos hablò el caballo de sangre verde?, será peligroso?”  “Uy, me da miedo pensar en el”. “No piensen mucho porque si lo hacen, sentirán temor. Solo esperemos a que pase la noche y mañana entraremos. Las cosas pasarán y sabremos que hacer”, recomendó el buitre recostándose en un lugar fresco por la hierba y porque no había nieve allì. Acomodó la cabeza contra una roca  cerrando los ojos, disponiéndose a dormir.
También Coyaima y Fresno se acomodaron debajo del còndor, metiéndose entre las plumas, que les daban calor. En poco tiempo les llegó un sueño profundo que  les devolvería la confianza y la seguridad.
No llovió esa noche.




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