Estaban cansados.
“Que hacemos?” “Volvemos a buscar?” “Si, toca buscar otra vez”.
Tenían sed. La
única agua que había era la de los pantanos, fueron al borde de uno, y
alumbrados por la antorcha limpiaron la superficie de lama, telarañas e
insectos, además de la caca del gigante. Se echaron bocabajo y bebieron hasta
llenarse.
Se sentaron un
rato en las piedras, Eliseo Víctor dijo “Ahora lo que nos queda es buscar por
toda la caverna, en los pantanos, entre las piedras, en cada rincón; no nos
iremos sin encontrar el cofrecito, seríamos cobardes”. “Claro. Que tal llegar
hasta aquí y salir sin nada, si hicimos el viaje fue para encontrar el tesoro”.
Poniéndose de pie y con la antorcha en alto examinaron las paredes. Serían las once de la mañana, cóndor
estaría esperándolos ya en la boca del volcàn.
Trepaban en las piedras;
movían otras, desencajaban muchas, formando polveros y barrizales. Consiguieron pedazos de palos para
chuzar en lo alto y para que cayeran piedras débiles; se agacharon en los
pantanos, hundieron las manos en el barro. . . nada.
Eran la cuatro y
media de la tarde.
Estaban agotados y
hambrientos cuando de pronto la voz del cóndor resonó en las paredes del fondo.
“Coyaimaaaaa, Coyaimaaaaa, Fresnoooooo donde estaaaaaan, que les pasooooo?.
Salgan que no puedo entrar, no quepo por
aquiiiiiiiii.
Se quedaron
callados a ver si el ave seguía gritando “Saaaaalgan, estáaaaaan bieeeeeen?
Sintieron alivio por la voz del amigo. Entonces
gritaron “Aquí estamooooooos aquí estamoooooos”. “Y por qué no saleeeeeen?” “No
hemos encontrado el cofreeeeee”.
Los gritos
golpeaban las paredes chocándose como flechas invisibles. “Y ahí está el
giganteeeeee?” “Se murió ésta mañana de asfixiaaaaa, nos perseguíaaaaaa y no
resistió el esfuerzoooo”. “Ya buscaron en todas parteeeeeees?” “Si, pero no encontramos naaaaaadaaaaaa”. “Vengan
y les digo lo que hay que haceeeeeeer, salgaaaaan, salgan yaaaaa”.
Se miraron agarrando
la antorcha. Corrieron a la garganta de la montaña; debían escalar sesenta
metros.
Fresno
gritó “Hola cóndooor hace rato está ahíiiiiii?” “Desde las diez de la mañanaaaaa.
Salga uno de ustedes para darles algo que arreglará los problemaaaaaas”. “Yo
voyyyy”, contestó Coyaima brincando en una piedra.
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