jueves, 18 de junio de 2015

UN CONDOR GENIAL 57 (La historia de uno de los ùltimos còndores que nos quedan en los Andes Colombianos)



Se asomó a la garganta gritando a Fresno “Fresnoooo ya vooooyyyyy. Cóndor me ha dado la piedrita del podeeeeer, con ella no tendremos  problemaaaaas”.
Miró al ave abriendo la mano observando cuidadoso la reluciente piedra. Arrancó una hoja de un arbusto y la envolvió con ganas de protejerla. La metió en el bolsillo del pantalón y dijo al ave “Hasta luego cóndor, ya venimos”. Descendió agil, en cinco minutos estuvo abajo. Sacó la hoja del arbusto que envolvía la piedra y se la mostró a Fresno diciéndole “Cuando la piedrita se ilumine intensa, indicará que estamos junto al cofre, eso dijo cóndor”. “Claro esa es la solución; por qué no habíamos pensado en eso?” “No sé”.
Con la antorcha casi consumida corrieron a la gruta del gigante, hicieron una inspección  empezando por la derecha. Coyaima llevaba la diminuta piedra a la vez que andaba pegado a la pared igual que su amigo. Anduvieron despacio.
Faltando por examinar la cuarta parte de las paredes para volver a la entrada por la izquierda, la piedrita se iluminó penetrante con su color escarlata profundo.  “Aquí es, aquí es”, gritó animado Coyaima. “Si aquí es”, repitió Fresno. Que dicha que hayamos encontrado el cofre. Revisaron entonces la brusca superficie acercando mas la piedrecilla.
Fresno notó, tocando la pared, que una piedra de treinta centímetros se movía sospechosa en su cavidad, entonces dijo “Tenemos que sacar ésta piedra porque está tapando el cofre”.
Metió los dedos en la grieta sacando la piedra hasta que saltó al suelo. “Ahí está el cofrecito”, gritó. “Véalo Coyaima, es muy pequeño”.
Coyaima se asomó viendo en el hueco un pequeño cofre de marfil. Eliseo acercó la antorcha y con la luz miró el fondo, metió los dedos retirando el curioso baulito.
Buscó en sus bolsillos la llave y metiéndola en la cerradura, le dio la vuelta. La tapa saltó impulsada por un resorte, viendo entonces un estuche azul amarrado en la garganta, pesaba mas o menos dos onzas.

dejaron la urnita en la arena y corrieron a la salida con el estuche en la mano.

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