miércoles, 1 de julio de 2015

UN CONDOR GENIAL 59 (La historia de uno de los ùltimos còndores que nos quedan en los Andes Colombianos)


En ese instante precisamente apareció el rey del viento a unos veinte metros de ellos.
Venía con una gran sonrisa. Se desmontó de su trineo espacial y caminando muy contento, se unió a ellos sin que se dieran cuenta.  Los saludó, sorprendiéndolos con su presencia y su voz, entonces ellos levantaron la cabeza. “Es una alegría haberlos encontrado”, dijo. “Hola rey usted por aquí? le preguntó el cóndor, asombrado, viéndolo vestido con su capa roja desde los hombros hasta los pies y una corona de oro y esmeraldas, además de un bastón de plata en el que se apoyaba en su pesado caminar. “Es que voy al país desconocido. Logré verlos desde las nubes y sentí ganas de saludarlos porque me di  cuenta que habían encontrado el tesoro”. “Y usted quién es?” Le preguntó Coyaima, “Por qué llega con tanta confianza, como si fuera un conocido?”
Miraba al visitante, muy sospechoso, lo mismo le pasaba a Fresno.  Lo recorrían de arriba-abajo con los ojos, sintiéndole algo enigmático pero atractivo. “Ah, el es el rey del viento. Mi grande amigo de hace muchos años”, dijo el cóndor como quitándose un problema de su cabeza. “El rey del viento?”. “Si. El fue quien me hizo jefe de las aves y de las montañas hace un tiempo, y quién me regaló tambièn la piedra del poder que hemos usado varias veces en èste viaje”. “Verdad?...Es increíble que se aparezca de èste modo tan inesperado”
Lo miraban sin entender lo que pasaba, pero se dieron cuenta que era un inmortal porque no le podían calcular la edad. Podían asegurar que era un adolescente, o un hombre centenario que había vivido desde siempre.
Coyaima cayó en cuenta que no le había entregado la piedrita del poder al cóndor, y sacándola del bolsillo se la dió al ave que la cogió con el pico metiéndola en la profunda arruga de la pata izquierda.

El ave siguió explicando cosas que le habían pasado con aquel hombre “El rey del viento me dio también el secreto para conseguir la fuerza y la risa”. “Quiere decir que tenemos suerte al estar con un verdadero rey, hoy”. “Así es. En éste momento ustedes tienen el universo en la mano y deben alegrarse mucho por eso”, dijo el rey mirando despreocupado a los jóvenes. Me alegro y celebro con ustedes el acontecimiento”. “Entonces usted debe saber que hicimos este viaje desde la montaña brillante y que finalmente no perdimos el esfuerzo”,  dijo Fresno mirando  la cara del hombre llena de fulgor. “Bueno, pero miremos el tesoro a ver de que se trata”, propuso el visitante.

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