miércoles, 8 de julio de 2015

UN CONDOR GENIAL 60 (La historia de uno de los ùltimos còndores que nos quedan en los Andes Colombianos)




“Quiere decir que tenemos suerte al estar con un verdadero rey, hoy”. “Así es. En éste momento ustedes tienen el universo en la mano y deben alegrarse mucho por eso”, dijo el rey mirando despreocupado a los jóvenes. Me alegro y celebro con ustedes el acontecimiento”. “Entonces usted debe saber que hicimos este viaje desde la montaña brillante y que finalmente no perdimos el esfuerzo”,  dijo Fresno mirando  la cara del hombre llena de fulgor suave “Bueno, pero miremos el tesoro a ver de que se trata”, propuso el visitante.

Fresno volteó el estuche haciendo rodar en su mano izquierda una piedrita aceitosa radiante del tamaño de una nuez.

Brillaba de un modo desconocido y bello. Tenía todos  los colores del mundo, pero finalmente su color era un blanco-luminoso-transparente. El rey interrumpió el encanto de ese momento diciendo  “Ah ya recuerdo. Esa es la piedra de que han hablado los sabios y todos los profetas del mundo.

En una época que ya no recuerdo, quise buscarla pero después abandoné el proyecto porque todavía no era mi tiempo de iluminaciòn. Sentí pesar porque en ella palpita la luz de siete estrellas y quien la tiene, tiene el universo entero en sus manos”.

Mientras el visitante hablaba, ocurría algo raro.

De la piedra que Fresno tenía en la mano, salieron cuatro rayos de luz estremeciéndose como rayos poderosos en el espacio, atravesando el pecho del rey, del cóndor y de los adolescentes. 

Al contacto de esa luz sintieron gozo, mucha dicha y liviandad. Notaron que eran dueños de todo y que una puerta cerrada durante siglos, se abría milagrosamente en su pecho.

Fue  ahí cuando se hicieron dueños de los secretos del corazón. Sintieron la mente abierta e ilimitada, comprendieron el significado de las cosas, y el poder que ahora tenìan sobre el universo.

Después de eso, la piedrita desapareció inexplicable.

“Ahora el tesoro está dentro del pecho mío y dentro del pecho de ustedes, dijo el rey del viento;  Nos dará mucho conocimiento, total fuerza y sabiduría ilimitada.

Se quedó callado lo mismo que sus amigos, en contemplación. Abrió los brazos diciendo “Agradezcamos a la naturaleza éste obsequio”.

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