El
joven Axo caminaba con muchas ganas.
Tenía
calor y estaba contento por la compañía que llevaba. Un alupio le daría mucha
suerte. Eres también estaba contento de subir la montaña en compañía de aquel
gigante bueno.
Se metieron
por un llano amplio,
luminoso, donde centenares de caballos salvajes acompañados por pájaros azules
en sus espaldas corrían con la cola levantada, los ojos brillantes, los
músculos relucientes y las crines enloquecidas. Sus relinchos se escuchaban desde
lejos estrellándose en la montaña y devolviéndose retumbantes contra las
colinas al otro lado del llano. Cuando vieron a Axo se acercaron trotando a
toda velocidad poniéndose a dar vueltas alrededor de él pero sin aproximarse
mucho mientras los pájaros azules cantaban canciones de lluvias lejanas y canciones
de luna tibia.
No
cesaban de correr como si estuvieran sometidos a una rara atracción.
Eso
duró alrededor de diez minutos en los que sudaron ríos; después se alejaron
oscilantes entre relinchos enloquecidos poniéndose a pastar bellos y brillantes
contra el sol y sobre la alfombra verde no muy lejos del muchacho y el alupio.
Eres
le había dicho a Axo acercándosele al oído “Los caballos están contentos por
usted, corren por la alegría de verlo. Le observan algo especial que los pone
en ese estado de felicidad y fuerza”.
Axo
miró a su minùsculo amigo por encima del
hombro y sonrió sin dejar de caminar en aquella amplitud de suaves colinas al
oriente.
Los
caballos fueron quedando atrás debajo de las nubes color ladrillo. En el fondo
el cielo estaba luminoso con un azul
refulgente.
Los
árboles y palmeras crecían altivos. Estiraban las ramas como queriendo ser
dueños del cielo. En sus ratos de descanso inventaban sonidos ayudados por el
viento que llegaba del occidente y que después de pasar entre ellos se
estrellaba en el pasto y con las piedras antiguas un poco mas allá de las malezas.
“Usted por qué venía solo? le preguntó Eres, es peligroso ir así por los campos
y mas en ésta época tan criminal”. “Es que me gusta caminar así. Siento
libertad”. “ Y por qué resolvió subir a la cumbre en vez de estar estudiando?”.
“Porque quiero conocer los secretos de la montaña y de las nubes, además no me
demoraré mucho en la aventura. En la montaña
hay cosas escondidas que quiero descubrir”. “Usted es como raro”. “De
pronto si. Papá me aseguraba que todas las cosas tienen misterios. Decía que es
mas bello, verdadero y fuerte lo que no se ve. Por eso es quiero conocer el
enigma de la cumbre y la música de las nubes” dijo Axo mirando la mole. “Claro
en eso tiene razón, contestó Eres. Lo invisible es lo que da la vida”.
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