miércoles, 30 de septiembre de 2015

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 9 (La historia de una criatura humana (?) de ocho centìmetros)



El joven Axo caminaba con muchas ganas.
Tenía calor y estaba contento por la compañía que llevaba. Un alupio le daría mucha suerte. Eres también estaba contento de subir la montaña en compañía de aquel gigante bueno.
Se metieron por un llano amplio, luminoso, donde centenares de caballos salvajes acompañados por pájaros azules en sus espaldas corrían con la cola levantada, los ojos brillantes, los músculos relucientes y las crines enloquecidas. Sus relinchos se escuchaban desde lejos estrellándose en la montaña y devolviéndose retumbantes contra las colinas al otro lado del llano. Cuando vieron a Axo se acercaron trotando a toda velocidad poniéndose a dar vueltas alrededor de él pero sin aproximarse mucho mientras los pájaros azules cantaban canciones de lluvias lejanas y canciones de  luna tibia.
No cesaban de correr como si estuvieran sometidos a una rara atracción.
Eso duró alrededor de diez minutos en los que sudaron ríos; después se alejaron oscilantes entre relinchos enloquecidos poniéndose a pastar bellos y brillantes contra el sol y sobre la alfombra verde no muy lejos del muchacho y el alupio.
Eres le había dicho a Axo acercándosele al oído “Los caballos están contentos por usted, corren por la alegría de verlo. Le observan algo especial que los pone en ese estado de felicidad y fuerza”.
Axo miró a su minùsculo  amigo por encima del hombro y sonrió sin dejar de caminar en aquella amplitud de suaves colinas al oriente.
Los caballos fueron quedando atrás debajo de las nubes color ladrillo. En el fondo el cielo estaba luminoso con un azul  refulgente.
Los árboles y palmeras crecían altivos. Estiraban las ramas como queriendo ser dueños del cielo. En sus ratos de descanso inventaban sonidos ayudados por el viento que llegaba del occidente y que después de pasar entre ellos se estrellaba en el pasto y con las piedras antiguas un poco mas allá de las malezas. “Usted por qué venía solo? le preguntó Eres, es peligroso ir así por los campos y mas en ésta época tan criminal”. “Es que me gusta caminar así. Siento libertad”. “ Y por qué resolvió subir a la cumbre en vez de estar estudiando?”. “Porque quiero conocer los secretos de la montaña y de las nubes, además no me demoraré mucho en la aventura. En la montaña  hay cosas escondidas que quiero descubrir”. “Usted es como raro”. “De pronto si. Papá me aseguraba que todas las cosas tienen misterios. Decía que es mas bello, verdadero y fuerte lo que no se ve. Por eso es quiero conocer el enigma de la cumbre y la música de las nubes” dijo Axo mirando la mole. “Claro en eso tiene razón, contestó Eres. Lo invisible es lo que da la vida”.


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