jueves, 12 de noviembre de 2015

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 14 (La historia de una criatura humana (?) de ocho centìmetros.




 Varias veces hundió la mano sacando centenares de piedrecitas raras que guardaba ansioso en el morral. Lo llenó completamente de modo que el peso que llevaría sería mucho pero eso no le importaba porque sabía que esas piedras no las conseguiría en ninguna otra parte.
Mas tarde supo que eran ágatas, zafiros y topacios; que eran cornalinas y ónices y amatistas. Se lo dijo el alupio en secreto porque le era prohibido hablar de las riquezas de la montaña. También era prohibido devolverse a recoger más, porque en ese caso la fuente se secaría.
Cargó de nuevo con el morral diciendo a su amiguito “Como sabe tantas cosas?” “Es que nosotros fuimos hechos para cuidar la montaña y protegerla de la gente mala que quiere destruirla, por eso sabemos las cosas”.
Axo iba feliz caminaba sin darse cuenta. En una curva cerrada se encontró con la boca alta de un túnel entre gigantescos árboles que casi tapaban la entrada. Se quedó mirando a otros lados buscando nuevos caminos para no entrar por ahí, porque le parecía peligroso. Por eso le preguntó a Eres. “Tenemos que meternos por ese túnel? Es que no hay otro camino?” “No. Solo éste, pero no le dé miedo. Ahì viven los Oluros, son callados, tiernos e indefensos”.
Axo cogió al alupio para mirarle los ojos. Notó una inmensidad honda en ellos como un universo y se quedó callado oprimiéndolo suave en la mano. Después lo guardó en el bolsillo de la camisa como quien guarda un grillo. El alupio sintió incomodidad de ir ahì y gritó “Sáqueme de aquí. Voy muy fastidioso y siento mucho calor”.
Axo medio sonriendo metió tres dedos en el bolsillo sacando a la criaturita que también sonrió. Lo puso encima del morral escuchando cuando dijo  “Gracias por dejarme en libertad eso es lo mas importante para mi”.
El joven lo miró por encima del hombro y caminó decidido hasta la boca del túnel donde empezó a andar despacio acostumbrando los ojos a la oscuridad.





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