Fue asì que sudaron mucho, sintiendo dolor en los
músculos, en el estòmago, en el pecho por el esfuerzo. La mente pareció despertàrseles
y casi todos se pusieron de pie muy animados.
Se encaramaron en las piedras amontonándose
alrededor de los visitantes a los que casi ahogaban porque eran una gran
muchedumbre. Axo agachó la cabeza dejando que aquellas criaturas lo tocaran
como quisieran. Sentía sus manos y sus cuerpos fríos como caracoles o
gigantescas amibas pegadas a su piel. Un peso enorme de decenas de esos oluros lo derribó al suelo
pero se quedó callado mientras el alupio observaba la escena parado en la punta
de una roca.
Esas pegajosas manifestaciones las hacían en
silencio. Era un extraño acto de bienvenida por tener allí a alguien que de
algún modo les alegraba la vida y les dejaba ver algo nuevo.
Los oluros finalmente se retiraron de donde Axo
estaba, rodando entre las piedras como inmensas gelatinas cayendo silenciosas
al suelo. Se sentaron después en todos lados sin quitar la vista del muchacho y
de su amiguito a los que ya miraban con simpatía.
Axo estaba ahora contento del encuentro. Tenía la
sensación de haber conocido alguna vez aquellas personitas tristes de pelo
largo y sucio que quizás habían olvidado las palabras. “Quiero
conocerlos bien” les dijo en voz alta poniéndose de pie. “Y cual es su interés
por nosotros? Respondió uno”.
El muchacho
quedó admirado por la respuesta y por la voz del Oluro. Era profunda y
pedregosa y se admiraba mas, porque
había pensado que de ningún modo hablaban. Les dijo entonces “Ustedes me llaman
la atención por lo ingenuos y callados que son, pero me da pesar que vivan como
condenados perpetuos. Deben salir de aquí y conocer el mundo. Por qué no lo
hacen?” “Por el aburrimiento” respondió un Oluro. “Cuando
uno está aburrido no quiere hacer nada”. “Pero no debe ser así, porque una vida
aburrida es una vida muerta”. “Lo que pasa” dijo Eres, “es que ellos siempre
han vivido aquí y no les interesa conocer el mundo”. “Y por qué no nos acompañan en el viaje que
estamos haciendo a la cumbre? Nos reiríamos y seríamos amigos, eso hace bien y
cambia el carácter”. “Nos da miedo. Nunca hemos salido y podrían pasarnos cosas
malas”. “No pueden quedarse el resto de sus
vidas aquí. Cuando vean la luz se alegrarán y se darán cuenta lo bonita que es
la vida”. “Pero es que nos hace falta la glándula del valor”.
“Dejen la
bobada. Lo que hay que hacer es enfrentarse a las cosas, verán que son fáciles
cuando uno da el primer paso”.
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