miércoles, 25 de noviembre de 2015

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 16 (La historia de una criatura humana (?) de ocho centìmetros)



Fue asì que sudaron mucho, sintiendo dolor en los músculos, en el estòmago, en el pecho por el esfuerzo. La mente pareció despertàrseles y casi todos se pusieron de pie muy animados.
Se encaramaron en las piedras amontonándose alrededor de los visitantes a los que casi ahogaban porque eran una gran muchedumbre. Axo agachó la cabeza dejando que aquellas criaturas lo tocaran como quisieran. Sentía sus manos y sus cuerpos fríos como caracoles o gigantescas amibas pegadas a su piel. Un peso enorme de  decenas de esos oluros lo derribó al suelo pero se quedó callado mientras el alupio observaba la escena parado en la punta de una roca.
Esas pegajosas manifestaciones las hacían en silencio. Era un extraño acto de bienvenida por tener allí a alguien que de algún modo les alegraba la vida y les dejaba ver algo nuevo.  
Los oluros finalmente se retiraron de donde Axo estaba, rodando entre las piedras como inmensas gelatinas cayendo silenciosas al suelo. Se sentaron después en todos lados sin quitar la vista del muchacho y de su amiguito a los que ya miraban con simpatía.
Axo estaba ahora contento del encuentro. Tenía la sensación de haber conocido alguna vez aquellas personitas tristes de pelo largo y sucio que quizás habían olvidado las palabras. “Quiero conocerlos bien” les dijo en voz alta poniéndose de pie. “Y cual es su interés por nosotros? Respondió uno”.
El muchacho quedó admirado por la respuesta y por la voz del Oluro. Era profunda y pedregosa  y se admiraba mas, porque había pensado que de ningún modo hablaban. Les dijo entonces “Ustedes me llaman la atención por lo ingenuos y callados que son, pero me da pesar que vivan como condenados perpetuos. Deben salir de aquí y conocer el mundo. Por qué no lo hacen?”   “Por el aburrimiento” respondió un Oluro. “Cuando uno está aburrido no quiere hacer nada”. “Pero no debe ser así, porque una vida aburrida es una vida muerta”. “Lo que pasa” dijo Eres, “es que ellos siempre han vivido aquí y no les interesa conocer el mundo”.  “Y por qué no nos acompañan en el viaje que estamos haciendo a la cumbre? Nos reiríamos y seríamos amigos, eso hace bien y cambia el carácter”. “Nos da miedo. Nunca hemos salido y podrían pasarnos cosas malas”.  “No pueden quedarse el resto de sus vidas aquí. Cuando vean la luz se alegrarán y se darán cuenta lo bonita que es la vida”. “Pero es que nos hace falta la glándula del valor”.

“Dejen la bobada. Lo que hay que hacer es enfrentarse a las cosas, verán que son fáciles cuando uno da el primer paso”.




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