viernes, 11 de diciembre de 2015

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 18 (La historia de una criatura humana (?) de ocho centìmetros.



Se convirtió en su amigo y en su amo después de volar encima de ellos mientras dormían, y de cantarles canciones del mar esmeralda.
A Eres le atraía el color de la piel de los jaguares y el fuego que tenían en los ojos pero como supo que habían devorado muchos hombres les ordenó dormirse, cosa que los jaguares cumplieron de inmediato por el extraño poder que sus palabras tenían sobre ellos.
Viéndolos así de exánimes los subió a su nave de caballos blancos asegurando la puertecilla del carruaje para que no fueran a caerse. En esas condiciones voló con ellos  hasta el polo sur donde los dejó abandonados encima del hielo. Ellos todavía dormían y no se daban cuenta de nada de modo que al despertar y ver semejante inmensidad de hielo en la que no encontraron comida se tendieron en la nieve completamente impotentes hasta que en doce días se murieron de hambre y de tristeza.

........................Se demoraron media hora caminando entre la pegajosa oscuridad del túnel. Un olor a moho  se desprendía de las peñas pegándose en la piel de todos. Atrás quedaba el aire espeso y la quietud de mucho tiempo.
Cuando pasó la media hora vieron adelante un resplandor blanco y tibio. Era la otra boca de la caverna.La boca de salida.
Todos los Oluros se habían venido en silencio cogidos de la mano con un temor reconcentrado y la respiración ansiosa, sus pasos eran miedosos, vacilantes.
Al ver la iluminación retrocedían horrorizados; lloraban plantados en un solo punto mirando la luz que era a la vez una invitación y un desafío.
Se orinaron de miedo, otros se descompusieron totalmente.
La boca se les secó y un tarugo desconocido les bloqueó las gargantas. La mayoría empezó a devolverse diciendo “ Volveremos a la casa, al túnel, allá estamos seguros nadie nos hará daño y retrocedían agarrandose unos a otros.
 El niño y el Alupio voltearon a mirarlos siguiendo el camino acompañados de cuarenta y seis oluros que ahora querían conocer la luz.
Por fin estuvieron afuera. “Vengan vengan, esta luz es linda gritó un Oluro feliz de ver tantas maravillas. Llamaba  a los que se habían devuelto explicándoles las primeras cosas que veía. Vengan miran todo y seguro no se devolverán, repetía.





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