Gritaron y
dieron vueltas en el suelo, muy alegres. Uno gritó “Gracias niño, estaremos en
deuda con usted, lo recordaremos por
darnos la luz y la libertad”. “No es nada. Vivan bien, gocen del sol-del agua-y-el
cielo. Aprovechen la vida porque es una oportunidad para crecer.
Los Oluros
aplaudieron y gritaron locos de dicha. Corrieron jugando con todo lo que veían.
Axo los llamó diciendo “El alupio y yo vamos a la montaña para escuchar la
música de las nubes, nos han dicho que es música muy bella, desconocida en el
mundo. La disfrutaremos como pocos lo han logrado y después bajaremos y
volveremos a vernos para que nos cuenten lo que han aprendido”.
Se quedó
mirándolos. Dio varios pasos para tocarlos uno a uno. Ellos también se
acercaban en montonera para tocar al muchacho y para aprender a sonreír y a
hablar como el.
Eso duró hora y
media. Finalmente Axo se alejó diciendo “Adiós. Que estén contentos siempre.
Eso es necesario para que tengan una vida larga y buena”. Entonces se metió en
la maleza y entre muchos àrboles que definitivamente lo escondieron a lo lejos.
“Vuelva, vuelva”
gritaban los Oluros con la voz triste. Estiraban la cabeza para verlo, hasta
que la espesura lo ocultó por fin.
Pero en poco tiempo los oluros se sintieron alegres.
Era que realmente estaban en el reino de las
maravillas, en el mundo de las magias. Eso
lo comprendieron mas tarde al ver cuidadosos las cosas que ahora podían
ser de ellos si lo querìan.
Había neblina.
La tarde era gris. Estaban silenciosos los árboles,
el pasto, toda la maleza y a los animales les pasaba lo mismo. El sol era tìmido
y la luna no quería saber nada de nada porque un intenso dolor y un mal
recuerdo la tenían nostálgica.
Una estrella de cara roja que la vio asì, se agachó y le dijo “Veo
que no se siente bien hoy, luna”. “Es cierto. Me preocupan muchas cosas y tengo
dolor”. “Que cosas?” preguntó la estrella con los ojos muy abiertos. “Es que
son pocos los que quieren escuchar la música de la nubes y eso me deprime. No
saben que oyendo esa música tienen el conocimiento y el poder”. “Por qué será
que los hombres son así. . .?” “Ellos no
vienen por èstos lados, porque el camino es difícil” dijo la montaña.
“Si. Quieren
todo fácil.”. “Da tristeza. Sin embargo quiero decirle que ésta mañana ví a un
niño caminando entre la neblina y los árboles porque quiere llegar a la cumbre.
Lo viene acompañando el Alupio Eres”.
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