domingo, 31 de enero de 2016

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 24 (La historia de una criatura humana(?) de ocho centìmetros




Le dieron la corona a esa joven ambiciosa que era una prima suya. Eso sucedió una tarde cuando estaba ausente porque se había ido a  pasear por las orillas del río montada en el elefante blanco que la tribu le tenía a su servicio.
Su prima amenazó destruir el pueblo con la erupción de tres volcanes-con terremotos- lluvias-hirvientes-y-rayos-de-fuego si le negaban el principado y el trono que siempre había deseado.
Al acercarse al pueblo, la india heredera escuchó desde lejos una extraña algarabía que el vuelo de los pájaros le anunciaba como fatal.
Urras, gritos, risas, sonidos de flautas y tambores subían mas arriba de los árboles extendiéndose por la selva y el aire de la tarde. Aguzó los oídos para conocer exactamente lo que pasaba y presintiendo que algo malo le iba a suceder, arreó al elefante para que caminara velòz entre los árboles que tumbaba a su paso con el cuerpo y la fuerza de su moco hasta llegar a la orilla del pueblo que vivía un verdadero carnaval.
Vio que esa fiesta era su infortunio y caminando entre la manigua de los alrededores dejó al elefante en la orilla del río para que tomara agua y se refrescara. Caminó setenta metros en dirección a un gran patio donde se aclamaba a la nueva princesa y subiendo a un árbol se acomodó en una gruesa rama para mirar lo que pasaba.
Su prima ya tenía la corona de plata y perlas en la cabeza, y el cetro de marfil en la mano izquierda. Estaba sentada en el trono principesco que había sido forrado con piel de pumas,  plumas de pavo real y plumas de guacamayas orejiamarillas. Lo habían cercado de flores  de muchos colores. La tribu la rodeaba danzando y cantando canciones de lluvias amarillas  y pájaros fugaces.
Si la verdadera heredera al trono hubiera llegado en éste momento no se hubiera podido hacer nada. La prima ya había jurado fidelidad a la tribu por los dioses, los ríos y las nubes, y de ese modo se constituía en la única princesa intérprete del poder, la autoridad y la justicia.
Ese juramento no podía invalidarse.
Entonces sin decir nada, la heredera despojada ahora de su trono, bajó rápida del árbol con lágrimas en las mejillas. Se vistió con su guayuco de piel de cebra que tenía junto a otro árbol y se puso una flor amarilla en el pelo.
Caminó varios días entre la selva y las rocas sin sentir hambre pero llena de gran tristeza. Nadó por ríos turbulentos con ganas de ahogarse y se bañó con los diluvios de las nubes.
El sol la quemó cuarteándole la piel, y el viento  la arrastró varias veces queriendo elevarla por encima de los árboles. No dormía y estaba agotada porque ni comer quería.
Como se encontró con los leones de cuernos de marfil cerca a la montaña blanca, les contó su historia y ellos asombrados por lo que le había pasado se ofrecieron a llevarla donde quisiera.
Una mañana cuando las estrellas todavía parpadeaban, se montó en uno de los leones y........... 



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