miércoles, 24 de febrero de 2016

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 28 (La historia de una criatura humana (?) de ocho centìmetros.



Corrió desesperado por el espacio atropellando constelaciones y galaxias en un desespero brutal. Muchas veces se puso pálido desvaneciéndose en vértigos y cayendo en vacíos desconocidos pero se prometió resistir porque realmente  el no era culpable.
El tiempo terrenal haría que ella  reflexionara empezara a sufrir y cambiara.
Así fue.
Después de siete meses no aguantó la ausencia.
Una mañana todavía oscuro salió del agua para ir a buscarlo montada en la carroza de los caracoles de marfil que presurosos vinieron a ayudarla. La cogieron de los brazos sentándola en el pasto y la maquillaron para que no se le viera mucho la palidez, el hundimiento de los ojos y la flacura de la cara que era notable.
Cuando llegó arriba, donde el estaba alumbrando la tierra, lo persiguió incansable en la luz, hasta que el se detuvo poniéndose muy serio.
Ese encuentro fue apasionado, y nunca nadie se había atrevido a decirlo.
Ella se desmontò de la carroza corriendo enloquecida encima de las nubes, agarrándose de las ropas de el casi ararastràndose, diciéndole que la perdonara porque había sido una insensata  al no respetar sus facultades del amor.
Entonces el la miró a los ojos y sin decirle nada la-tomó-en-sus-brazos-besándola-en-la-boca-en-el-cuello-en-los-hombros-en-sus-pechos-en-su-estòmago-en-su-vagina-en-sus-piernas-que-desnudó-acesante a la vez que le mordisqueaba los lóbulos tendiéndola encima de una cama de nubes rojas y amarillas que había en el espacio, cerca de donde estaban. Le hizo el amor con la furia del despecho y la dicha del reencuentro.
Las estrellas parpadeaban nerviosas mirando esa escena tan tentadora que las ponía envidiosas a la vez que las llenaba de lujuria.
Después del encuentro estuvieron tres días conversando de las cosas que les habían pasado, lo que habían sentido y pensado en sus soledades de agua y cosmos hasta que una tarde ya anocheciendo volvieron  a la ciénaga que otra vez se llenó de luz. “El sol estuvo quince días aquí sin salir del agua” contaba Eres. “Inventaron una luna de miel sorprendente y todo el bosque llegó a las bodas. Fue un derroche de risas y alegría, de mucho vino y danzas permanentes”.
“Esa fecha es memorable ha quedado escrita en la historia de las piedras, de los árboles, del viento y el agua” terminó diciendo Eres.

Axo sonrió mirando los reflejos de la ciénaga y las ondas fabricadas por la brisa. Era agradable conocer semejante aventura que la historia no se atrevía a escribir quizás por miedo al sol.




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