“No se altere y sonría. Este es el pueblo del
Valle de las Lanzas fundado hace mucho tiempo por dos exploradores poderosos.
Un hombre de cabello largo y cola de león nacido en el desierto del norte y una
mujer amazona salida de las selvas del guainía donde había vivido mucho tiempo.
Ella era la jefe de los
caimanes jorobados que nadaban en los ríos de Columbus en amerindia.
Querían llegar a la
cumbre porque estaban atraídos por la blancura de la cima. Caminaron hasta aquí
y no pudieron seguir porque el águila de doce alas los inmovilizò con sus feroces ataques de pico, alas y garras.
Casi los destroza en sus
intentos de pasar. Los dejó agonizantes varias veces. Era que esa águila tenía
la orden de impedir el paso a la cumbre, a aquellos que no tuvieran en los ojos
el reflejo de un corazón limpio.
Entonces hombre y mujer
se defendieron del águila, prendiendo una grande pira que mantenían con leña a
todo momento y junto a la que vivieron
tres meses sin apartarse de allì,
hasta que el peligroso buitre cansado de esperar a que ellos se devolvieran a
los valles, se retiró a la cumbre mas alta y rocosa donde tenía su nido y sus
polluelos que había dejado solos ese tiempo. El buitre venía ahora todos los
días a mirarlos para que no subieran a los elevados picos.
El hombre del desierto
y la mujer salvaje intentaron tres veces escalar la montaña pero no pudieron
porque el ave los atajaba con sus horribles ataques sangrientos, procurándoles la
muerte. Comprendieron entonces que debían quedarse aquí, donde fundaron éste
pueblo que ya tiene alrededor de mil ochocientos años……….Ya viejos, con el tiempo
en la carne y en los huesos, murieron llenos de hijos y de nietos que vivìan
ahora aquì.
En cambio Poros logró
convencer al águila para que lo dejara subir a la cumbre. Para ello tuvo que
trabajar mucho su corazón y su mente, conectándose con el universo y llenándose
de poder. No era hijo de los exploradores. Había venido en una nave velòz como
la luz, de resplandores intensos traídos de las estrellas y que cayó aquí un
día desde las nubes del oriente.
Poros es el jefe del
pueblo. Es ese hombre alto, ancho y mechudo que está en el fondo de la calle
leyendo la càscara de un àrbol. Sabe comunicarse con los dioses del viento y de
la montaña, que lo visitan seguido, y sé que anoche soñó con nosotros o si no,
no nos hubieran estado esperado.
Esta gente quiere que seamos parte de
su pueblo.
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