martes, 5 de abril de 2016

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 33 (La historia de un criatura humana (?) de ocho centìmetros.



“Se siente solo?” interrogó un anciano flaco y colorado. “No. El alupio es mi amigo y no me deja nunca. Además una fuerza rara pero dulce en el pecho, me acompaña siempre.
“Que hará cuando oiga la música de las nubes?”.  “Me pondré contento y esperaré a ver que pasa”. “Usted es muy atrevido al hacer lo que hace” dijo una muchacha descalza, de cabello desordenado vestida con piel de jirafa. “Yo no sé. Voy a la montaña porque me siento bien y porque una fuerza desconocida me impulsa”. Y hubo mas preguntas que Axo no contestó porque empezó a sonar la música, que los animò mas.
Un canto  suave llenó el aire.
Poros vino con aspecto regio y sencillo. Extendió los brazos en un saludo, y se quedó quieto a tres metros. Miró atento al niño, y cuando estuvo cerca, le puso las manos en los hombros diciéndole  “Eres de los pocos atrevidos que se animan a  venir por aquí. Hacía doscientos veinte años que nadie subía a la cumbre, y por eso hoy es fiesta en mi pueblo.
Cogió al Alupio del hombro del muchacho, y tocándole la cabeza con la punta del dedo índice le dijo  “Eres, amigo, me da gusto volver a verte. Eres el acompañante que todo lo conoce y todo lo ve. Por ti pasarán buenas cosas en muchas partes. Axo llegará a la cima de la montaña con tu ayuda y cuando eso pase, quiero volver a encontrarme contigo para celebrarlo.
Se quedó con el en la mano, invitando a Axo a sentarse en unas esteras de palma montañera que habían tendido en el pasto para que la gente estuviera còmoda. Hablaban entre la algarabía, los gritos y las canciones que subìan al aire metiéndose en las nubes.
Todos bailaron largo tiempo, canciones de la montaña, del viento y de la lluvia que un artista de allì, había hecho para ese dia. Una muchacha de cabello negro cogió a Axo de la mano llevándolo a bailar. El joven, confundido, pensó que debía ser buen bailarín, igual que era excelente caminante. Todos los rodearon. El muchacho se turbò al comienzo de la danza pero recuperándose llevó el ritmo de los sonidos con gran  elasticidad y mucha gracia. Lo aplaudían gritando. Todas las muchachas bailaron con el  y no pocas señoras de gran belleza. El día tenía calor y luz.
Después sirvieron el almuerzo.
Habían  sesenta bandejas repletas de sinsontes murillunos servidos a la miel; Treinta fuentes de pavos quindianos rellenos de salsa japonesa; un búfalo del desierto de la Guajira  asado en varas, en un patio cercano a donde estaban las esteras. En fuentes de vidrio rojo habían servido cuarenta y dos liebres de las montañas del Líbano en guiso de gusanos blancos de Camboya. Además habían sacado seis barriles de buen vino de la casa de Poros y habían preparado también postres y doce variedades de dulces. Así querían tener al joven Axo, y al alupio mas tiempo con ellos…….. y que no se fueran tan rápido.  
"Esto está muy rico".

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