sábado, 11 de junio de 2016

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 42 (La historia de una criatura humana (?) de ocho centìmetros.



El viento lo movía caprichoso y el se dejaba llevar. Finalmente llegò arriba donde el camino seguia suave.  
Caminó a lo largo de tierras rojas y amarillas de arcillas milenarias. Pisó vetas de minerales azules y rocas con puntas verdes como esmeraldas. Un vaho tibio y momentáneo subía quedándose colgado en el aire, luego se desvanecía en un caprichoso juego invisible, para formar parte de las nubes y seguir su camino en el “vacío”.
Hierba salvaje.
Las diminutas hojas de hierba se elevaban dejándose inundar de luz, de calor……de sol. No les importaba ser pequeñas junto a los antiguos y grandes árboles tan gigantes, porque sabían que hacían parte de un bosque donde todo era, y que sin ellas ese bosque serìa incompleto.
Las barbas largas y blancas de los árboles añosos estaban llenas de rocío y de algunos colores sin nombre; iluminadas con la luz que llegaba hasta allí, alumbraban en reflejos blancos y verdes creando rayos diminutos entre las cáscaras gruesas y entre las hojas escondidas.
.Mientras tanto Axo presentía que no todas las aventuras en el camino a la cima serían buenas. Veía complicadas cosas que de pronto lo desanimaban, sintió congoja y caminó  cabeciagachao y fatigoso. Eres no quiso verlo en esas condiciones y le dijo. “No se ponga así. Debe mantener el entusiasmo. Si lo abandona la fortaleza no llegará a la cima”.
Axo no contestó. Levantó el brazo hasta su hombro, cogiendo al alupio y mirándole los ojos lo apretó suave diciéndole  “No se preocupe, mi diminuto amigo. hay días en que le llega a uno el desaliento. Gracias por ser tan leal conmigo, a veces uno decae pero me recuperaré para seguir”. “Eso es, hay que ser fuerte. Destruir la indecisión y el miedo. En poco tiempo llegaremos donde los ancianos de piel verde y con ellos hay que tener  fortaleza.  “Los ancianos de piel verde?”.  “Si, son viejos que no aprendieron nada de la vida. Tienen  odio en el corazón, en toda la sangre y en los huesos, y quieren hacerle daño a los extraños que ven, desean la venganza a todo momento.  

Axo miraba arriba. La montaña tenía una colcha de nieblas grises y oscuras, el día se sentía cargado de hosquedad. Preguntó al alupio. “Por qué los llama ancianos de piel verde?”. “Por lo envidiosos. Sus vicios les han dado ese color, tienen los ojos rojos y escaldados, los labios colgantes y lascivos. La vejez les llegó pronto. Tienen entre dieciocho y treinta años pero parecen de ochenta y cinco o noventa y seis.




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