Miró al
joven sonriendo. Ya estaba recuperado. Axo se propuso descansar esa noche muy tibio
y tranquilo, abrigado por una gruesa y peluda piel de toro azul que encontró
abandonada encima de la escarcha entre algunas rocas.
Durmió junto a unas piedras grises que los
protegieron del viento, del rocío y la neblina cada vez mas espesa y congelante.
Una luz lechosa llegó al otro día colándose entre
las ramas, espantando las sombras que se habían quedado dormidas mezclándose en
las raíces. El viento vino de lejos metiéndose en los oídos del muchacho y en
los del alupio que bostezó hambriento. “Cómo se siente?”. “Bien pero tengo un hambre brutal”.
Salieron de
debajo del cuero del toro para buscar algo de comer. En la orilla de una pequeña
fuente encontraron moras y uchuvas que comieron contentos, mientras Axo
caminaba entre la hierba que casi lo escondía por lo alta que era. En hojas
grandes guardaron moras para comer mas tarde.
Caminaron medio día por laaaaaargas escaleras de
piedra construidas por el agua, las noches, el sol, el viento. Esas terrazas
detenían la erosión de la montaña y parecían llevar a una ciudad amurallada según
palabras de Eres.
De pronto escucharon un ruido lejano de cataratas,
sordo, perturbador. Axo sintió curiosidad. “Que es lo que se oye?”. “Es el río bravo que viene de la cima. Es
miedoso, en sus aguas arrastra àrboles, troncos y rocas gigantes caídas en su
lecho. En poco tiempo llegaremos a la orilla.
El ruido crecía entre las gigantes piedras del
camino y los árboles viejos de cáscaras sopladas. Cuando llegaron a la ribera
vieron las olas furiosas estrellándose en las orillas y llevándose los árboles derribados
de un golpe. Las aguas bajaban embarradas de color amarillo rojizo por la greda
y otros minerales arrastrados desde arriba. Asì llegaba al mar.
Pensaron que hasta ahí llegaría su aventura.
Pasar al otro lado era urgente porque solo así
podrían continuar la subida a la montaña pero cruzar el río parecía imposible. “Debe haber algún lugar por donde
pasar. Hay que encontrar la manera de llegar al otro lado” dijo Axo. “Pronto encontraremos algo que nos ayude. No
desconfìe” respondió Eres.
……………………“Los Uranios gente asombrosa que apareció por
aquí hace muchos años, vivieron en la orilla del río setenta y dos siglos hasta que un día
se fueron a otro planeta porque ya habían cumplido la misión de hacer en el
mundo una cultura mágica”.
En su trasteo se llevaron un puente sobre el que
cruzaban el río. Era un rayo de luz por el que caminaban muy tranquilos y
seguros.
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