“Eres explíqueme esto” dijo Axo asustado. Siento que estoy aquí pero a
la vez siento que tampoco estoy. Qué es lo que pasa?
La criatura sonrió diciendo “
Ya se acostumbrará a estos fenómenos-contrafenómenos. Esta es una parte de la
montaña donde los viajeros pueden enloquecer de fantasía-irreal. Debe tener
fuerza mental, conservar la serenidad, reflexionar y comprender las cosas. Eso
le ayudará a llegar sano a la cima”.
Axo escuchaba y no escuchaba, mientras daba
vueltas retro involuntarias entre la tierra algodonosa. Flotaba y no flotaba en
el ambiente inexistente donde creía estar. Tenía la sensación de encontrarse en
un vacío sin vacío en el que todo era creado. Sabía que estaba ahí junto al
alupio y sin embargo no estaba en ninguna parte y le parecía que tampoco el
alupio estaba porque sin duda era irreal.
Iba de aquí para allá caminando no se sabía sobre
qué. Realmente no iba a ninguna parte….. Caminaba pero sin embargo sabìa que no
caminaba. Sentía resbalarse y comprendía que no era un resbalón y el alupio
sonreía mirando a su amigo tan confundido en aquel sitio donde todo era y no
era al mismo tiempo.
Tal vez así fue al comienzo cuando el tiempo
apenas empezaba a formarse en antiformas, reflexionó el alupio. Quizás las
cosas querían ser pero todavía no eran o posiblemente querían dejar de ser.
Axo se quedó quieto-inquieto observando lo
inobservable…….era incapaz de observar. Era de los contados testigos que habían
llegado a ésta parte de la montaña para ver un mundo de definición-indefinible.
“Mire aquellos
animales Axo. Son curíes comen coles y zanahorias pero en realidad no se las
comen porque esas coles y esas zanahorias no existen, decía el alupio con
palabras que no eran palabras, sino pedazos de aire estrellándose en un
espacio-anti-espacio. Esos curíes siempre tienen hambre pero en realidad no la
tienen porque son anticurìes. Nosotros también, decía flotando como una pompa
de jabón que explota y desaparece sin dejar de estar, somos una sombra. Aquí
tenemos un cuerpo pero con seguridad no lo tenemos”.
Mas allá, entre neblina que no era neblina los
árboles se reían enloquecidos. Las carcajadas se chocaban en el aire-antiaire
produciendo tanto ruido que los frutos se caían verdes. Era tal el alboroto, tan
bestial el desorden, que muchos árboles cansados de ansiedad y gozo, con los
tallos y las raíces adoloridas de risa, caían agotados y temblorosos en medio
de la tierra vaporosa; agitaban sus ramas largo tiempo en una superficie que no
había. “A éste lugar” contaba el alupio mientras navegaban por un espacio en el
que no había tiempo ni comienzo ni fin llegaron hace mucho tiempo los creadores
de lo que nunca fue y fabricaron cosas que jamás existieron. Inventaron
palabras sin forma y sin sonido y se convirtieron en chispas de agua-candela.
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