Debe ayudarme
por favor, Axo. No me deje solo. Únicamente usted puede transformar a Rusos”. “Se
le cambiará el corazón al verme?. No entiendo como puede pasar eso. “Es difícil
explicarlo, solo sé que cuando vea a un niño se le acabará la maldad”. “Muy
raro eso, dijo Axo”. “Lo que pasa es que esas cosas son secretas intervino el
alupio que se había salido de debajo de la chaqueta de Axo. Ahora estaba
forrado con la punta de una bufanda que el muchacho llevaba en el cuello.
Decirlas es romper los pactos con la naturaleza pero sé que es necesario subir
allá”. “Necesario subir?” repitió Axo asustado. “Si, hay que ir allà”. “Y como
lo haremos?” “Eso no es problema ustedes. Se montan en mi espinazo, ahí no hay
peligro de caerse porque se meten entre las plumas y se aseguran con ellas, les
aseguro que irán muy cómodos. Llevaré también el nido en mi pico. Guardo fe de
que mis hijos revivan”. “Es posible” comentó el alupio.
El jovencito miró fijo al ave, pensó en algunas
cosas que tenía planeadas y mirando el hielo se cogió de las plumas de las alas
del buitre, con ágil salto se encaramó en la espalda después de que éste se
agachara para facilitarle la subida, se aseguró de las plumas gruesas junto al
pescuezo, y en compañía de Eres sintió el vigoroso batir de las alas subiéndolos al espacio, metiéndose en nubes
anaranjadas y sintiendo el penetrante frío de las alturas.
El buitre aleteaba poderoso para conseguir
velocidad.
No se demoró en llegar al patio de Rusos. Su ira y
ansiedad le dieron una fuerza insospechada. A la vez el vuelo en las espaldas
del ave fue una experiencia agradable tanto para el jovencito como para el
alupio que nunca habían viajado así.
Rusos otra vez dormitaba en su hamaca cobijado por
nubes blancas. Se mecía suave y rítmico canturreando la canción de la Patasola
Pijao, de la que era íntimo amigo en el país de la nieve donde ella vivía. No
la había vuelto a ver desde hacía ochocientos siete años y tenía nostalgia por ella.
Soñaba con sacar de cualquier modo, de echar muy
lejos a los habitantes de la montaña que eran un estorbo para el, porque le
impedían convertirse en el único dueño de las altas regiones. Quería las
riquezas que allí se encontraban……… Así sería el inmortal mas poderoso de esta
parte del planeta.
Abrió los ojos al oír el ruido de unas alas
potentes batiéndose en su patio; se ofuscó mucho por la luz azul que de pronto
le llegó a raudales desde el lado oriental y se incorporó asustado mirando con
odio al buitre por llegar asì de abusivo.
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