martes, 7 de febrero de 2017

AXO, EL ALUPIO Y LA MONTAÑA 68 (la historia de una criatura humana(?) de ocho centìmetros.



Y mientras hablaba volaba con mas potencia y a una velocidad de luz.
El muchacho levantò un brazo señalando los últimos picos de la montaña que se asomaban  como fantasmas.   “Hemos llegado”, gritó feliz. “Al fin alcanzamos la altura”.
“Si”, dijo el alupio “Por fin llegamos”.
El peludo inmortal inclinó la cabeza elevándose mas, con las alas desafiantes en en el viento. Fue hasta una alta cima, dio dos vueltas grandes allí para luego descolgarse en la superficie blanca. Ya en el hielo plegó las alas, respiró profundo ayudando al muchacho a bajar.
Cuando el joven pisó la nieve oyò una música bella, lejana. El inmortal también la escuchó y dijo. “Ya están cerca de las nubes de luz. Algún día iré allá cuando tenga  mi corazón listo….. Pero ahora rogaré por ustedes  para que les vaya bien.
Los mirò ràpido y sin decir mas, batió las alas elevándose silencioso en el aire azul.
Se fue, perdièndose como un buitre que se hace invisible en el espacio. . .Y ni siquiera volteó a mirar.
La cima estaba ahí potente y magnífica. Mucha luz de hartos colores caía de mas arriba, depositàndose tranquila en las masas de hielo.
Axo sabía que al llegar a la ùltima cúspide, pasarían buenas cosas.
Los últimos picos eran cubiertos por una música rara y linda. Caminaron dos horas, extrañamente olvidados de todo. Había también una tibieza feliz.
De pronto apareció en la bruma una construcciòn brillante, poderosa donde ya no había hielo. Se abrieron tres portones de esmeraldas dejando ver corredores de iluminación intensa. Esa luz salía en cataratas, en figuras y en anillos gigantes calentando el aire.
Axo estaba admirado. Nunca pensó que allí encontraría una construcción asì, con altas torres y murallas transparentes a través de las que podía ver lo que había adentro. Tampoco se comprendía él mismo como si otro Axo hubiera nacido en el.
Mientras tanto un hombre sin edad……. sin tiempo, vestido con una bata escarlata,  salió del edificio y acercándose al joven le dijo. “Gracias por venir, axo. Lo hemos esperado mucho tiempo. Los señores eternos estàn en la sala porque quieren  saludarlo.  Venga conmigo”.
Se fue al lado del hombre, muy alegre, y mientras caminaba sentía como le crecían dos alas potentes que el  instinto lo impulsó a mover. Aleteó con tanta fuerza que se vio en el aire igual que un pájaro, de modo que entró volando, mientras el hombre sin edad corría detrás gritándole. “ Voltee por la derecha jovencito y espéreme un momento”.




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