Los señores eternos estàn
en la sala porque quieren saludarlo. Venga conmigo”.
Se fue al lado del hombre,
muy alegre, y mientras caminaba sentía como le crecían dos alas potentes que
el instinto lo impulsó a mover. Aleteó
con tanta fuerza que se vio en el aire igual que un pájaro, de modo que entró
volando, mientras el hombre sin edad corría detrás gritándole. “ Voltee por la
derecha jovencito y espéreme un momento”.
El muchacho se entusiasmaba
cada momento con sus alas.
Cuando finalmente apareció
el hombre de la barba fatigado por la carrera, Axo descendió entre las columnas
del corredor, plegó las alas y se fue
con el hasta una enorme sala donde la gente aplaudía y se inclinaba a modo de
saludo por su llegada. Se acercaban algunos caminando, otros corriendo, y una
gran cantidad de jovencitos volando semejantes a mariposas grandes y rodeándolo
en sus perfumes. Lo cogieron de las manos y lo llevaron a una silla tejida con
miles de hebras finas que parecían tener vida propia, entre jóvenes que de
pronto reconoció porque habían sido compañeros suyos en épocas olvidadas.
El jefe del lugar-antilugar
llegó en ese momento.
Era casi imposible verlo
por tanta luz que lo rodeaba. Subió a su gran trono hecho de oro con
incrustaciones de doce clase de piedras preciosas y extendiendo los brazos
invitó a axo para que lo acompañara a su lado. El joven llegó en dos saltos
junto a el, y el jefe abrazándolo lo hizo sentar a su derecha. Eso quería decir
que le daba el conocimiento, la sabiduría, la autoridad sobre el mundo, y el
poder en éste sitio tan particular donde se creaban leyes para los hombres y
para todos los mundos.
Fue ahí cuando se
escucharon las mas increíbles melodías y cuando el universo completo se metió
en el pecho de axo. .
Entre tanta su alegría que
no supo cuando el alupio sufrió el mal de la fuga.
El había vuelto muy
callado a las raíces, junto a miles de alupios que lo esperaban para que les
contara su aventura.
Algún día Eres ayudaría a
otro joven para impulsarlo a descubrir los secretos de la tierra, de las nubes,
del viento y de la alta montaña de luz donde habitaban los inmortales.
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