La miraba
sereno, directo a los ojos balanceándose rítmico hacia adelante y hacia atrás y respirando con arte para cautivarla. De esa
forma arrulló a la serpiente que se iba enderezando para percibir la melodía que el
joven le dedicaba.
La
hipnotizó finalmente convirtiéndose en su amo y en su señor, mientras algunas
nubes grisverdosas del occidente oscurecían el día.
Levantó
el brazo izquierdo y después de mirar fascinado la enorme cabeza de la cobra
como la esfinge de un faraón Egipcio, lo adelantó hasta tocarla y acariciarle su centelleante cuerpo a ésta hora del dia.
Le
acarició también los bordes y las puntas de las alas que tenia plegadas y que
brillaban bajo una luz inexplicable y misteriosa.
Al
sentir en su cuerpo las manos del joven, la cobra se estremeció dichosa, y entonces
su luz fue fulgurante…… Iluminaba los alrededores con luz blanco azulosa intensa,
haciendo espejismos entre los reflejos del aire caliente de esa hora.
Todo
pareció enmudecer y entonces el desierto, el pequeño oasis entre la vegetación
verde, la serpiente y el joven, hicieron parte de un momento inexplicable y misterioso.
El
muchacho entró en éxtasis.
La
mirada de sus ojos se dulcificó. Su cuerpo se hizo ligero, ingrávido y las
funciones de su mente parecieron perderse en un torbellino suave y
arremolinante para que solo el corazón fuera el intérprete y el guía.
Cerró
los ojos sintiendo que era dueño del universo y que tenía poder sobre todo.
Una
fuerza descomunal lo invadió llenándole la sangre y las células con un hervor
tibio parecido a un adormecimiento en el que la mente era una antena en
actividad percibiendo todo, comunicándose con el todo.
En ese
momento comprendió que una roca pesaba como un copo de algodón y que un elefante era un ser indefenso igual que
una hormiga. Estaba en condiciones de comunicarse con cualquier inteligencia
del universo por insignificante que pareciera. Sintió que podía estar en varios
lugares al mismo tiempo. Entrevió el poder ilimitado de los dioses y la importancia
de la perfección en el pensamiento y en las emociones.
Se
abrazó muy confiado a la serpiente, diciéndole en susurros “Debéis ser mi
amiga, mi esclava, mi protectora por siempre”. “Si joven, seré su amiga, su
esclava, contestaba ella embriagada, sonámbula por el gozo de estar con el
muchacho”. “Seréis mi amiga por siempre”. “Si, seré su amiga, fiel por todos
los siglos. . . y no parpadeaba, ni retrocedía tampoco”. “Me defenderéis en
todo tiempo y lugar en toda situación”, insistía Sansón. “Lo haré sin vacilar”,
contestaba la cobra con sus ojos misteriosos decididamente fijos y
perturbadores. “Estaréis siempre activa para mí”, le musitaba el joven recorriéndole
las grandes alas con las manos. “Estaré vigilante y activa. Dormiré poco, y al
mas leve llamado vendré sin demora siempre, siempre que me necesite”.
“Bien,
así debe ser porque esa es la ley del
universo……. ya podéis iros a descansar debajo de la peña”.
La cobra se balanceó
No hay comentarios:
Publicar un comentario