lunes, 4 de diciembre de 2017

CUIDADO SANSON, LO QUIEREN MATAR 26



. “Por favor espere un momento no se vaya, le decía Manoa estirando los brazos hacia el, levantando los ojos y mirándolo afanado al lado del árbol donde el visitante no dejaba de aletear apresurado para mantener la suspensión. “Espere no se arrepentirá”.
El ángel respiró hondo para calmarse de la presión que Manoa le hacía, bajó cerca de él extendiendo las alas en un planeo suave pero sin poner los pies en la tierra.
Quizás le dio pesar del hombre que lo perseguía medio loco por todos lados.
Finalmente, con sus pies descalzos pisó la tierra y dio algunos pasos junto a un tronco algo podrido mientras plegaba las alas en la espalda para estar mas cómodo. Se sentó algo serio en una piedra vieja en la parte de atrás de la casa donde Manoa, rápido y eficiente y sin dejar de mirarlo, agarró un cabrito que estaba cerca de ellos. Lo  amarró de las patas poniéndolo encima de una peña, ofreciéndolo a las fuerzas buenas y poderosas del universo para que le ayudaran en ese momento tan especial.
Mara se había acercado hasta ellos, pero estaba completamente muda y transportada junto al ángel que la miraba con profunda bondad.
Su marido encendió rápido una hoguera con ramas y palos secos que recogió de uno y otro lado en un instante. Había ido a la cocina diciéndole al ángel que lo esperara porque iba a encender unas hojas para meterle candela a las ramas y a los palos. Las trajo regresado literalmente como un rayo.
La llama de la hoguera creció con flamas amarillas, verdes y azules en un iris desconocido de fuego. Entonces el ángel se levantó de la piedra donde estaba sentado y sin decir nada se metió en la llama y subió en ella frente a los ojos de Manoa y de su mujer quienes de inmediato se tiraron a tierra al comprender el significado del varón.
Ese ángel no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer.
El  dijo “Será que vamos a morir?”. Ella respondió. “Si fuera así no habría aceptado la ofrenda del cabrito ni se nos hubiera anunciado el nacimiento de un hijo”.
A los pocos meses la mujer dio a luz un hijo y le puso por nombre Sansón.
Y el niño creció y el universo lo bendijo.
Una poderosa y buena fuerza comenzó a manifestarse en el, en los campamentos de Dan entre Zora y Estaol, cerca de las tierras del sur que tenían buenas relaciones con el oriente.
Por eso fue que los padres de Sansón no se preocuparon mucho del viaje que el muchacho hacía al país filisteo. Sabían que estaba predestinado para ejecutar ciertas cosas que en el momento no comprendían pero que debían suceder.


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