miércoles, 13 de diciembre de 2017

CUIDADO SANSON, LO QUIEREN MATAR 27



Por eso fue que los padres de Sansón no se preocuparon mucho del viaje que el muchacho hacía al país filisteo. Sabían que estaba destinado a hacer ciertas cosas que en el momento no comprendían pero que debían suceder.

El joven Sansón y su camello llegaron por fin a las orillas de la ciudad donde niños y mujeres los miraban de cerca y de lejos mientras caminaban sobre la tierra reseca.
Era una región alejada del centro que tenía por nombre Timnat.
 Sansón bajo de un salto del animal y acercándose a los muchachos que lo rodearon con ganas de tocarlo por su agilidad y musculatura, les dijo “Me regalan agua? tengo sed”.
Ellos lo miraron sin contestarle, lo dejaron solo, corriendo a otros lados y siguiéndolo desde lejos porque ya habían visto que era un Israelita al que no había que ponerle cuidado porque esa gente era considerada sirviente de los altos reinos. Las madres que cuidaban a los jovencitos se acercaron en grupo para encontrarse con el raro pero atractivo hombre que las fascinaba de modo tan insólito por la armonía de su cuerpo, y por una especie de embrujo que se le notaba en las espaldas y alrededor de la cabeza; entre un parloteo desordenado le preguntaban rodeándolo “Usted quien es, de donde viene?” “Soy Sansón y vengo de Israel”. “Sansón? que nombre tan raro”. “He atravesado el desierto desde mi pueblo que está lejos. Tengo hambre y sed, denme agua por favor. La necesito”. “El país suyo y el de los filisteos no se llevan bien desde hace tiempos. Usted sabe que somos enemigos, que nos fastidia su presencia No debía venir aquí a molestarnos ni mucho menos a pedirnos agua”, le dijo una joven de cabello  negro, que le caía a los lados de las mejillas; labios rojos insinuantes al hablar, ojos seductores por lo profundos y cuerpo perturbador en los movimientos.
Miró traviesa y desafiante al joven sin correrle la vista. Lo dibujó de arriba abajo con secreto deseo. “Arrímese no le dé miedo. Le daré agua, es lo único que voy a hacer por usted……. y luego se va”. “Gracias”.
Esa muchacha era hija de los filisteos y no tenía marido.

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