sábado, 21 de julio de 2018

CUIDADO SANSON, LO QUIEREN MATAR 47



Fue a la cocina, a la hornilla. Metió leña en el fogón y en un momento encendió un fuego que hacía volar chispas amarillas y azules reventando y desapareciendo en el aire gris de la mañana…… El humo invadió todo
Puso una olla de hierro con agua, encima de tres piedras estratégicamente colocadas para situar allí las ollas y las olletas. Esas piedras siempre se enrojecían con las llamas, pareciendo piedras preciosas gigantescas.
Le  añadió miel silvestre al agua, y esperó a que hirviera.
Mientras tanto los padres se despertaron asustados por los ruidillos de Sansón que procuraba no hacer bulla para que durmieran otro rato. Levantaba todo, y todo lo ponía suavemente encima de la hornilla, o de la tarima, o del suelo pero no podía evitar que algún rumor indiscreto se escapara montado en el aire. “Ya amaneció?” Preguntó de pronto la madre, estirándose largamente para aliviar los músculos maltratados. “Sí”, respondió el joven. “Ya empieza a amanecer”. “Debemos apurarnos para aprovechar el clima fresco de las primeras horas”, comentó Manoa levantándose animado, cogiendo de una vez los morrales de viaje y las bolsas de cuero que de inmediato fue a llenar con agua del pozo.
En realidad estaba contento de ese paseo que le permitía conocer el otro imperio de que tanto le habían hablado y que lo tenía fascinado y confundido a la vez.
En pocos minutos el agua hirvió con furor.
Sansón bajó la olla agarrándola con un trapo, y ladeándola con cuidado, sirvió en tres tazas de barro rojo, ofreciéndolas luego a sus padres con pan negro. Volvió a la hornilla, separó  la leña y los incandescentes carbones para que se apagaran y no hubiera peligro de incendio. Entonces el humo espeso, subió extendiéndose por la cocina y las habitaciones, saliendo al corredor, para perderse luego en el aire claro donde se diluyó sin explicación.
Después del rápido desayuno, salió el joven mas allá del pozo, debajo de los árboles para encontrar a los camellos, hablarles, tocarlos y ponerles las riendas. En un instante los trajo frente a la casa diciendo:  “Ahora acomodaré el tapete a Lor para que vayan cómodos y no se tallen con el zangoloteo. Ese camello es mas fuerte y los llevara con suavidad en todo el trayecto.









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